Las claves del «Washington Post» sobre el «improbable» triunfo de Donald Trump
Guadalupe Piñeiro / Alex Jiménez
«Hillary Clinton estaba segura de que iba a ganar las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos. Y como ella, mucha de su gente y muchos de sus votantes, que ni siquiera fueron a las urnas. Pero Donald Trump inspiró y reactivó a votantes que llevaban sin votar muchos años. Por eso fallaron tanto las encuestas». Con esta frase podría definirse a la perfección «La improbable ascensión de Donald Trump», la tercera conferencia del Congreso de Periodismo Digital 2017, celebrado en Huesca, que tuvo como protagonista al reportero neoyorquino del «Washington Post», Ed O’Keefe, encargado de la información acerca del Congreso en el país norteamericano.
Como ocurrió en el resto del país –y del mundo-, el «Post», diario de referencia en Estados Unidos, tampoco creía que Trump fuese a convertirse en el 45º presidente de la nación. Sus encuestas no fueron la excepción a la regla y también estuvieron equivocadas. Le daban un 71’4% de posibilidades de vencer a Clinton, por un 28’6% a Trump.
«Nuestras previsiones daban como favorita a Clinton, pero Trump estaba haciendo lo imposible por ganar el Colegio Electoral, que al final es lo único que importa. Parecía que iba a ganar Clinton de manera holgada, pero los resultados evidenciaron que estábamos muy equivocados y pusieron de manifiesto que hay que cambiar el sistema utilizado para hacer estas encuestas», afirma O’Keefe. Sin embargo, desde el rotativo estadounidense aseguran desconocer la manera de hacerlo. «No sé cómo se podrá cambiar el modelo de las encuestas, pero desde luego hay que hacerlo», rubrica el reportero.
El voto blanco en estados pobres
Pero, ¿qué pudo provocar que alguien como Donald Trump terminase dirigiendo al país más importante del planeta? Desde el «Washington Post» dan las claves. «Trump entendió los temores y preocupaciones de los votantes republicanos y su disgusto con los políticos tradicionales. En poco tiempo, con su discurso, desmontó al resto de candidatos. De Jeb Bush decía que tenía baja energía, de Marco Rubio que no era válido como dirigente y de Hillary Clinton, que era una persona corrupta. Ninguno de ellos estaba acostumbrado a ataques tan duros y no supieron que hacer», atestigua O’Keefe.
En este sentido, desde el periódico también destacan la importancia de los valores nacionalistas del hoy presidente de los Estados Unidos. «Trump apelaba a votantes pobres y blancos de estados donde la economía estaba sufriendo mucho». Explican, además, su triunfo «por el racismo de muchos de sus votantes» y afirman que sus ataques se extendieron también a la prensa. «En junio de 2016, Trump decidió vetar al «Washington Post» tras la publicación de unas informaciones. Sin embargo, durante ese tiempo nos concedió dos entrevistas. Menudo veto, ¿no?», matiza el reportero.
Un periódico el «Washington Post» que hizo un seguimiento exhaustivo de la campaña del líder republicano, tanto como del resto de aspirantes. «El diario mandó a varios reporteros a seguir la actualidad de cada candidato. Escribíamos diariamente muchos temas sobre todos ellos», destaca O’Keefe. «Sobre Trump, además, cuando empezó a ascender y a convertirse en realidad, se ordenó escribir a 24 reporteros el libro «Trump Revealed», hecho en base a más de veinte horas de entrevistas con el presidente», confiesa.
La importancia de la «marca Trump» frente al servicio público
Como explica O’Keefe, la vida de Trump está repleta de anécdotas de lo más curiosas. En 1998, George W. Bush pensó en que fuese su vicepresidente. En 2011, su nombre ascendió en los medios y en 2015 comenzó su campaña electoral. «La gente sabía que Trump estaba haciendo todo por divertirse y porque era bueno para su marca, en lugar de por vocación pública. Y él también lo sabía», destaca el periodista. «Muchos americanos conocían a Trump por su otra faceta, no por la política. La gente le veía en programas de televisión, se leía sus propios libros y seguía las entrevistas que se le hacían. Recuerdo cuando dudó de que Obama fuese americano y obligó al presidente a mostrar su certificado de nacimiento», explica el periodista.
El «improbable» triunfo del nuevo presidente de los Estados Unidos le reportó al Washington Post más de 107 millones de lectores en diciembre de 2016, un récord histórico y que dejó grandes ingresos publicitarios. «A todo el mundo le sorprendió el triunfo de Trump. Nadie lo esperaba», afirma O’Keefe, que habla de una de las claves que jugaron en contra de la candidata demócrata: su escaso prestigio.
«Gran parte de la campaña de Clinton se basaba en pregonar que ella iba a ser la primera mujer presidenta en la historia de los Estados Unidos. Cierto es que mucha gente y muchas personas jóvenes querían que una mujer gobernase…, pero también lo es que no querían que ella fuese Hillary, a la que veían como una mujer con un pasado muy marcado. No querían que la primera presidenta femenina fuese alguien hija o esposa de un señor que ha tomado poder en el pasado, sino alguien independiente, que se haya ganado su identidad a base de honestidad, y no de esa manera», destaca O’Keefe.
El desafío de la calidad periodística en tiempos de Trump
La cobertura del ascenso de Trump representó un desafío para los periodistas de todo el mundo desde el primer momento. Incluso para los medios más prestigiosos, como el «Wahington Post». En la década de los ochenta, el magnate dio a conocer públicamente su deseo de ser presidente, aunque no fue hasta 2015 cuando lanzó su candidatura. La estrategia del «Post» para cubrir su avance en el terreno de la política, además del mencionado «Trump Revealed», consistió en organizar a los periodistas de la redacción, enviar a otros a seguir los movimientos del partido y dirigir un tercer grupo a digitar las actitudes de los potenciales votantes. Además, el día de las elecciones históricas se realizó un programa en vivo que duró ocho horas y se llamó «Election Night Live».
Hoy, con el presidente Trump en pleno mandato, el periódico se organiza de la siguiente manera: cuenta con seis de sus periodistas en la Casa Blanca y nueve en el Congreso. Además, lanzó un podcast semanal en una frecuencia de radio que se titula «Can he do that?» (¿Puede él hacer esto?).
Por otro lado, para dar cierta relevancia a las redes sociales en el transcurso de la gestión de Trump, el diario lanzó un slogan que inauguró en Snapchat y extendió al resto de sus canales: «Democracy dies in darkness» (La democracia muere en la oscuridad).
En tiempos difíciles para el periodismo, y en los que la actualidad política desafía constantemente el poder de asombro de la sociedad y la labor de los medios de comunicación, desde el «Washington Post», el histórico periódico que sacó a la luz la investigación más poderosa del mundo (el «Caso Watergate») a manos de Bob Woodward y Carl Bernstein, que acabó con la presidencia de Nixon y le obligó a salir de la Casa Blanca por la puerta de atrás, prometen a sus lectores que no darán un solo paso en falso a la hora de contar lo que está pasando: «Informaremos sin temor. Nos enfrentaremos a las críticas y a las consecuencias que se presenten».