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Feministas dentro del negocio del sexo

Prostitutas en la barra de un club de alterne
Prostitutas en la barra de un club de alterne

 

Autores: Rodrigo Alonso y Carlota Barcala

Natalia tiene 24 años. Es morena de pelo largo. Sus ojos verdes captan toda la atención de su cara. En su día a día viste camisetas básicas y anchas. «Oversize», como se dice ahora. Se dedica a la prostitución y, para ella, ser puta no es un insulto. Se denomina de esta forma a sí misma sin que le tiemble la voz ni sentir vergüenza: «En una sociedad que prefiere a las mujeres sumisas, ser puta es un orgullo». Natalia habla de su trabajo como una de las decisiones más «enriquecedoras» de su vida, algo a lo que se tendría que haber dedicado «mucho antes».

En contraste con la opinión de la joven, el ejercicio de la prostitución en España no está reconocido como un trabajo. Tampoco está reglado, por lo que no conlleva un delito, sino que se encuentra en un vacío legal. Varias asociaciones que buscan el reconocimiento de los derechos de este colectivo no dudan en denunciar esta situación.

En España no existen informes oficiales que contabilicen el número de prostitutas, tan solo aproximaciones. De esta manera, según el Plan contra la Trata del Ministerio de Sanidad, las cifras de la prostitución ascienden a 100.000 mujeres, de las que se estima que un tercio están siendo víctimas de la trata. Sin embargo, no es lo mismo ejercer la prostitución obligadas que de forma voluntaria.

¿LEGALIZAR O ABOLIR?

El colectivo Hetaira se dedica desde hace más de 20 años a trabajar con estas mujeres. «Las fundadoras vienen todas del movimiento feminista», asegura la fuente de esta asociación que prefiere no revelar su nombre. Se trata de una mujer, de mediana edad, que ejerció durante años la prostitución en la Casa de Campo de Madrid. «No me arrepiento de mi pasado. Fue mi trabajo, al igual que ahora lo es hablar con las mujeres que se encuentran libremente en la misma situación en la que yo estuve», declara rememorando algunos de sus momentos como prostituta. Le cuesta seguir el hilo de la conversación, no porque su memoria falle, sino porque su discurso se basa en defender un trabajo, para ella, «como cualquier otro, aunque con sus especificidades».

Prostitutas manifestándose para que el negocio del sexo se considere un trabajo (REUTERS)
Prostitutas manifestándose a favor de que el negocio del sexo se considere un trabajo (REUTERS)

Tras tener la oportunidad de juntarse con mujeres prostitutas, las fundadoras de Hetaira descubrieron que las asociaciones dedicadas a ellas perseguían sacarlas de ese mundo. No solo a las mujeres de la trata, sino también a las que querían seguir siendo prostitutas. «Así crearon una asociación donde no son tratadas como víctimas, que es lo que ocurre con las prostitutas dentro del feminismo más tradicional», defiende la otrora prostituta. «20 años después, no hemos perdido las raíces feministas y la asociación sigue siendo un altavoz para todas esas mujeres», asegura.

La diputada de la Asamblea de Madrid, Clara Serra, coincide con el punto de vista de Hetaira. «Es imprescindible darles voz a las trabajadoras del sexo», opina la política. «Se puede ser madre y feminista, trabajadora de Zara y feminista y, por supuesto, prostituta y feminista», declara tajante.

Cartel reivindicativo de que la prostitución puede ser ejercida por cualquier mujer
Cartel reivindicativo de que la prostitución puede ser ejercida por cualquier mujer

En Hetaira son partidarias de la legalización de la prostitución. “La trata de mujeres sería más fácil de combatir si el trabajo sexual estuviese reglado”, aseguran las fuentes. Esta visión no es compartida por Apramp. Rocío Nieto, la presidenta de esta asociación dedicada a luchar contra la trata de personas y dar un futuro a aquellas mujeres que se han visto forzadas a prostituirse por terceros, habla de un tipo de prostitución muy distinto: «Las mujeres que ejercen la prostitución en España provienen de la trata de blancas».

Desde Apramp se dedican a sacar de la prostitución a todas las mujeres que no quieren pertenecer a ese mundo. Les enseñan español para que puedan defenderse, dan cursos de formación e incluso les proporcionan un piso cuando no tienen dónde acudir. «Hemos tenido algún roce con la familia o el proxeneta. A ellos solo les interesa el dinero que consiguen las chicas y, cuando dejan de enviarlo, la situación se tensa», afirma Nieto cuando se le pregunta sobre la presión que pueden tener los vínculos familiares en las prostitutas.

«Puede que haya mujeres que se prostituyen libremente, pero yo no las conozco y tampoco trabajo con ellas», continúa la presidenta de la asociación. Aunque desconoce la existencia del feminismo dentro de la prostitución, mantiene que «las feministas no pueden permitir este tipo de esclavitud».

En esta misma línea van las declaraciones de Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres: «Prostitución y feminismo son dos términos antagónicos, porque la prostitución pone a la mujer al servicio del hombre». En contraposición con Hetaira, Soleto no cree que la prostitución sea un trabajo. «La sexualidad es una cosa para disfrutarla, no para venderla».

La postura abolicionista que defienden estos dos colectivos fue criticada por el antiguo Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon. En base a un informe publicado en 2012 por el Programa de la ONU para el Desarrollo, el exdirigente subrayó que la absoluta prohibición dejaría desprotegidas frente «a la discriminación y los abusos» a las trabajadoras del sexo.

A pesar de esta crítica, y según enuncian varios estudios, el abolicionismo se ha convertido en la corriente más aceptada por los ciudadanos europeos. Así lo afirma Lucia Brussa, la fundadora de Tampep, una asociación creada en 1993 en Ámsterdam para defender la visión pro derechos de las prostitutas. «La corriente abolicionista representa al 57,14% de la sociedad europea. Todo indica que el ejercicio de la prostitución estará cada vez más penalizado», afirma al respecto.

A pesar de las diferencias en sus posturas, todas las fuentes consultadas tienen un nexo de unión: el cliente. Según un estudio de Apramp, el 39% de los hombres españoles ha contratado algún servicio sexual a lo largo de su vida, el porcentaje más alto dentro de la Unión Europea. En el informe se recoge, además, que la edad del consumidor ha descendido en los últimos años, incrementándose la demanda entre los jóvenes de 19 y 20 años. «Los chicos usan estos servicios como una forma de ocio y cada vez se busca a las prostitutas más jóvenes, que llegan a ser incluso niñas», zanja la presidenta de Apramp, Rocío Nieto.

2 comentarios en «Feministas dentro del negocio del sexo»

  • Buenos días,

    Somos un grupo de estudiantes de Universidad de Valencia de grado de criminología y nos gustaría hacerles una entrevista acerca del tema que trata es decir la legalización o abolición de la prostitución.

    Muchas gracias

    Respuesta

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