8-M Día Internacional de la MujerActualidad

Masculinidades irreconciliables

De izq. a dcha., Francisco Zugasti, presidente de la Asociación Projusticia –crítica con la actual Ley de Violencia de Género– e Iñaki Lajud, miembro de la asociación feminista Masculinidades Beta
De izq. a dcha., Francisco Zugasti, presidente de la Asociación Projusticia –crítica con la actual Ley de Violencia de Género– e Iñaki Lajud, miembro de la asociación feminista Masculinidades Beta. Fotos: M. Dorado y Ó. Rus

Autores: Marta Dorado y Óscar Rus |

«He dejado de ir con mujeres porque me da miedo que me la hagan otra vez»

«Ellas sufren la desigualdad, pero no nos exime a los hombres de ver qué responsabilidad tenemos en fomentarla y qué podemos hacer para cambiarla»

Francisco Zugasti (Asociación Projusticia) e Iñaki Lajud (Masculinidades Beta) personifican la vieja y la nueva masculinidad. No solo les diferencia la edad, sino también su visión sobre el feminismo.

Lajud, psicólogo de 36 años, forma a profesionales en cuestiones de género y ayuda a los hombres, mediante terapia, a reducir sus comportamientos machistas. Zugasti, divorciado de 56, perdió la patria potestad de sus hijos tras separarse de su mujer; ahora proporciona apoyo a aquellas personas –especialmente varones– que se sienten discriminadas por cómo funcionan las leyes que regulan la custodia compartida y la violencia de género en España.

La redacción de Madrilánea sirve de escenario para un encendido cara a cara entre ambos. No hay saludo de cortesía. Aquí no vale la violencia verbal, aunque un agitado y verborreico Zugasti se dirigirá a su interlocutor con otro nombre («Ignacio») y le advertirá de «sacudirle dialécticamente». Ya durante los últimos coletazos, un respetuoso y paciente Lajud cederá, cambiándole también el nombre a su oponente. Tras una hora y cuarto, el psicólogo avisará entonces de que no tiene más tiempo para este callejón sin salida.

Su (des)encuentro se produce la misma semana en la que la marca de productos para afeitar Gillette lanza un anuncio que critica la «masculinidad tóxica» y propone actitudes positivas para revertirla, como que los hombres se reprendan entre ellos sus comportamientos machistas. Durante minuto y medio se suceden situaciones de acoso escolar entre niños, humor sexista en televisión, cosificación de las mujeres, piropeo callejero y mansplaining (explicar algo a alguien, normalmente a ellas, de forma condescendiente).

–Según el spot publicitario de Gillette, algunos hombres son violentos entre ellos y se relacionan de manera equivocada con las mujeres, ¿qué opinan al respecto?

Francisco Zugasti: Todo lo que cuenta este anuncio es mentira. Tengo una hija de 24 años y un hijo de 22. A lo primero que apunté a mi niña fue a kárate para que estuviera con otros niños, hiciera ejercicio y también para que aprendiera a defenderse. «Ya que haces deporte, que te sirva porque te puedes tropezar con algún sinvergüenza hijo de puta». Con quien más problemas tuve para matricular en kárate a mi hija fue con mi esposa, mi suegra y mi madre. «Se va a volver un marimacho», dijeron. No pusieron ninguna pega cuando la apunté a danza. Al inscribir a su hermano pequeño en kárate, ninguna de ella dijo «esta boca es mía». Cuando le apunté a danza su respuesta fue: «Se va a volver maricón».

Iñaki Lajud: Es una apuesta arriesgada, pero es un reflejo de la realidad que estamos viviendo. Los ejemplos de Francisco están muy bien, pero el anuncio describe una realidad diferente a lo que cuenta. La mayoría de las agresiones son ejercidas por hombres. Cuando acudes a los datos de bullying en el colegio, casi siempre son los chicos. Los asesinatos… las cárceles están llenas de hombres. A esto se refiere con masculinidad tóxica. Es una forma de ser hombre que es perjudicial y que encasilla a cada sexo en unas características concretas. Un ejemplo muy claro es cuando ha dicho que quería matricular a su hija en kárate porque le vendría muy bien para defenderse si algún gilipollas intentaba agredirle.

F. Z.: No.

I. L.: Ha dicho un gilipollas, no una gilipollas. Cuando pensamos en que alguien nos puede agredir, nuestro imaginario directamente se va a un hombre porque es más probable que recibamos una agresión por parte de un varón que de una mujer. En el anuncio simplemente lo que se está diciendo es que seamos mejores hombres.

–¿Hay que ser mejores hombres?

F. Z.: Hay que ser mejores personas. Estadísticamente, la mayor maltratadora y asesina de niños es la madre (*).

I. L.: ¿Sabe que esos datos son falsos? Hay que hacer caso al Instituto Nacional de Estadística (INE).

F. Z.: Hay tantos o más asesinatos de hombres por sus parejas femeninas que de mujeres por sus parejas masculinas (**). Los datos que nos da el Observatorio de Igualdad están exagerados.


(*) Según los datos del INE de 2017, de 1.698 niños fallecidos de entre 0 y 14 años, solo 19 casos fueron por homicidio. En las sentencias del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sobre homicidios y/o asesinatos de menores a manos de sus progenitores dictadas en 2014, 2015 y 2016, el número de condenas contra mujeres (9) y hombres (9) ha sido la misma; para ambos progenitores fueron 2.

(**) Un total de 58 hombres (12%) fueron asesinados por sus parejas o exparejas entre 2008 y 2015, frente a 485 mujeres (88%) en ese mismo periodo, según el «Informe sobre víctimas mortales de la violencia de género y de la violencia doméstica en el ámbito de la pareja o expareja en el año 2015» del CGPJ y de la estadística de víctimas mortales de violencia de género del Ministerio de Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. En el caso de los hombres, el CGPJ no especifica el sexo del agresor, ya que puede incluir a parejas homosexuales.


–¿Vivimos en una sociedad machista y patriarcal?

F. Z.: Hace 100 años se produjo el hundimiento del Titanic. Cuando naufragó, se salvó el 80% de las mujeres [en realidad se salvó un 70% de las mujeres y niños] independientemente de su clase económica. Si de verdad es cierto que existe un instinto maternal, se salvaría también un 80% de los niños… No fue así, solo sobrevivió el 40%. Muchos padres y madres abandonaron a sus hijos. Solo el 20% de los hombres se salvó y de ese porcentaje la mayoría eran marineros. «Las mujeres y los niños, primero». Eso lo hacemos todos. Nos enseñan desde pequeñitos a no tocar un pelo a una mujer. Llamar machista a esto… ¿Cuántos bomberos murieron en las Torres Gemelas? Prácticamente todos. ¿Cuántas mujeres había? Ninguna. Supongamos que en la cárcel está la gentuza que no tiene criterios morales y éticos; cuando un violador o un maltratador entra en la cárcel lo tienen que poner aparte y protegido porque esa misma gentuza le da una mala vida.

«El sexismo benévolo es aquel que sobreprotege a las mujeres por considerarlas más débiles» – Iñaki Lajud

I. L.: Estamos en una sociedad machista y evidentemente patriarcal, pero hoy todavía no hay ninguna cultura que no lo sea en mayor o menor grado. Los ejemplos que acaba de dar también son machistas: recibe el nombre de sexismo benévolo, en donde a las mujeres se les protege más por considerarlas más débiles.

F. Z.: Es que son más débiles.

–Desde la teoría feminista se defiende que el sexo hace referencia a la biología y que el género es una construcción social.

F. Z.: Eso es otro disparate. Lo del género es una mentira que empezaron gente como Henry Ford, Margaret Sanger… Somos biológicamente distintos. La función principal de cualquier ser vivo es mantenerse vivo y reproducirse. En la cama, como dice Bertín Osborne, uno que tiene afición y que nota el calorcito de la que está al lado, pues empuja.

–Hay algunas profesiones en las que a las mujeres les es más difícil acceder debido a esa concepción de que son el «sexo débil».

F. Z.: Es que son el sexo débil.

–¿Los hombres deben apoyar la igualdad de género?

I. L.: Al ser un problema social, todos los que son parte de la sociedad tienen un papel que jugar.

–¿Qué rol deben tener los hombres?

I. L.: Pues…

F. Z.: Parir y dar la teta.

I. L.: Los hombres tenemos una responsabilidad fundamental y básica: educarnos.

F. Z.: ¿Limpiar culos? ¿Dar el biberón? ¿Planchar? ¿Poner la lavadora?

I. L.: Educarnos en el problema de género. Tenemos que ver de qué manera fomentamos el machismo en la sociedad y para eso hay que revisarse a uno mismo. Y luego hacer pequeños cambios que fomenten la igualdad y ayuden a todo el mundo a tener las mismas oportunidades y derechos.

Lajud y Zugasti tras el debate en la redacción de «Madrilánea»
Lajud y Zugasti tras el debate en la redacción de «Madrilánea»

–¿Tienen los hombres, por el mero hecho de serlo, privilegios personales y profesionales en la sociedad? El feminismo reivindica que existe un techo de cristal y que las mujeres no tienen la posibilidad de llegar a cargos directivos.

F. Z.: ¿Lo dice por la señora Botín?

I. L.: Cuando se hacen macroencuestas a nivel social se ve claramente el techo de cristal.

F. J.: ¿Sabe que ha habido dos directoras generales de PepsiCo y las dos renunciaron para dedicarse a sus hijos? ¿Dónde está el techo de cristal? ¿Sabe que la mayoría de las mujeres quiere quedarse en casa al final? Porque lo eligen.

I. L.: Ayer estuve haciendo un taller con hombres en el que hablamos sobre privilegios y los dividimos en cuatro categorías donde los podemos encontrar: ámbito laboral, pareja, familia y ocio. Los hombres tenemos más facilidad para no pensar tanto en la ropa (menos presión para mostrar nuestro aspecto físico de una determinada manera) ni cómo tenemos que volver a casa sin que sea tan peligroso como para las mujeres; tenemos más espacios de ocio «masculinizados» que ellas y menos problemas a la hora de recibir acoso callejero y agresiones. En el ámbito familiar salió la diferencia en el reparto de roles y las tareas de casa. Cuando hay que tomar una decisión familiar (el nacimiento de un bebé, una mudanza), casi siempre se toma según criterios económicos y suele ser la persona que más gana la que sigue trabajando. Al existir esa brecha de género y ese techo de cristal, el hombre es quien suele ganar más en las parejas, lo que dificulta que una mujer pueda desarrollar su carrera profesional.

F. Z.: ¿Que el hombre gana más? Ana Rosa Quintana, Susanna Griso, Oprah Winfrey, ¿sigo?

I. L.: Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Ferrán Adrià… Si hacemos una lista de todos los hombres que ganan más de 30.000 euros y a todas las mujeres…

F. Z.: La mujer toma el 80% de las decisiones de compra y del dinero que se gasta. No me refiero al tacón alto o bajo, sino a la casa o el coche. «Tú no entiendes de coches. ¿Por qué quieres este? Porque mi prima se lo ha comprado y es muy bonito. Así, sin criterios objetivos, simplemente porque mando yo». Usted todavía no se ha casado, deduzco…

I. L.: ¡No sabe si estoy casado!

F. Z.: Por lo que dice, está claro que no se ha casado porque si no, sabría que en casa mandan ellas. Con dinero se hace todo: decides qué casa compras, en este barrio o en el otro… Normalmente es «cerquita de casa de mamá». La mala fama la tienen las madres de las esposas porque se meten [en la relación]…

«Con la Ley de Violencia de Género es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia. ¡Claro que tenemos miedo!» – Francisco Zugasti

–¿Entienden que haya hombres que se sientan atacados por las mujeres feministas? Existe el movimiento «No todos los hombres somos iguales» («#NotAllMen»)…

I. L.: Es verdad que la mayoría de los hombres no agreden a las mujeres, pero sí tenemos una responsabilidad. El silencio nos hace cómplices muchas veces y normalizamos ciertas conductas machistas. Falta mucha educación de base y entender muchos conceptos que están reclamando las asociaciones feministas. Los hombres estamos muchas veces fuera de ese discurso y no nos sentimos interpelados. Cuando pensamos en homofobia, pensamos que es un problema del colectivo LGBT+; cuando pensamos en racismo, creemos que es un problema de la población negra; cuando pensamos en género, pensamos que es un problema de las mujeres. No es así. Ellas son las víctimas y están sufriendo la desigualdad, pero no nos exime a los hombres de ver qué responsabilidad tenemos en fomentar esa desigualdad y qué podemos hacer para cambiarla.

–En relación con todos los movimientos feministas, como el #MeToo de mujeres que han denunciado acoso sexual…

F. Z.: ¿Sabe que la mayoría de las denuncias del movimiento #MeToo son falsas? [Menciona el caso de la actriz y cineasta Asia Argento, una de las pioneras en destapar los abusos sexuales del productor Harvey Weinstein. Posteriormente, ella misma fue acusada de acoso por parte de un joven actor de 22 años cuando este tenía 17 años].

–¿Usted, Francisco, se siente amenazado por los movimientos feministas? ¿Ha dejado de hacer cosas para evitar que le puedan tildar de machista o misógino?

F. Z.: ¡Por supuesto! He dejado de ir con mujeres porque me da miedo que me la hagan otra vez. A mí me quitaron los hijos en 2004. Hasta hoy. Con la Ley de Violencia de Género es el acusado quien tiene que demostrar su inocencia. ¡Claro que tenemos miedo! No a que usted, Marta, me pegue (la cojo de las muñecas como hacemos los tíos cuando una mujer te quiere pegar y la apartas: «¡Estate quieta!»), pero si me denuncia ahora mismo, sin tener una relación de afectividad ni haber estado casados… Compañeras de trabajo, clientas… El problema es la Ley.

I. L.: Creo que la Ley de Violencia de Género de España es una de las más avanzadas de Europa y, de hecho, vienen muchas entidades extranjeras para estudiarla. Protege a un colectivo especialmente vulnerable. Puede que haya algunas cosas que se puedan mejorar, pero es absolutamente necesaria.

–¿Cuál debe ser el rol del padre en la paternidad?

I. L.: Debe involucrarse más en el cuidado de los hijos; no se nos educa tanto a ello. Se nos presiona demasiado a centrarnos en el trabajo, a ser el cabeza de familia y a traer el dinero a casa. Eso impide que podamos desarrollar muchas veces vínculos afectivos positivos con nuestros niños.

–¿Están de acuerdo con que se equiparen los permisos de paternidad y maternidad?

I. L.: Deben ser igualitarios e intransferibles porque así se obliga a los hombres a involucrarse en el cuidado. Quizás al principio cueste más porque estamos menos acostumbrados y por el contexto social, pero también facilitará que, a la hora de contratar a un hombre o una mujer en una empresa, no se tenga en cuenta si ella se va a quedar embarazada o si tendrá hijos; es una pregunta ilegal que se sigue haciendo.

F. Z: Quienes se embarazan y dan la teta son ellas. ¿Quién paga esos permisos? La empresa, por lo que al final no te contrata.


Esta entrevista ha sido editada y resumida.

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