El nuevo «espectáculo» del auditorio del parque Juan Carlos I: basura, destrozos y vandalismo
Autores: Manuel Campillo y Mónica Gail
Niños y mayores esperando con impaciencia las largas colas. Las taquillas están a rebosar. Las puertas se acaban de abrir y los primeros pequeños, los más afortunados, corren pasillo abajo. Sus padres, de lejos, les gritan que se detengan, que antes irán a comprar viandas para disfrutar de la velada. Las pipas son la elección favorita de todos. Cigarrillo en mano, un hombre le pide a su hijo que no se aleje mientras sube por las escaleras de acceso a la grada cuatro. Al final del pasillo, el auditorio se abre a los pies de los espectadores. La gente ocupa apresurada los asientos de un característico verde. La noche va cubriendo el cielo de Madrid. Por megafonía, una voz avisa de que en apenas minutos dará comienzo el espectáculo. Las fuentes empiezan a emanar el líquido vital. Las coloridas luces y el agua danzarán al ritmo de la música. Comienza la función.
Once años después, el agua no brota. Las luces ya no bailan. La música hace tiempo que dejó de sonar. Ya no hay función. Todo ha cambiado.
Con una capacidad para más de 9.000 personas, el auditorio del parque Juan Carlos I era uno de los espacios más visitados durante los veranos madrileños. Siendo un año más viejo que el propio parque —la sala se inauguró en 1991—, su temprana muerte ha dejado mal sabor de boca a todos los que alguna vez lo conocieron en todo su esplendor. «Aún recuerdo cuando llevaba a mis hijos a ver el espectáculo. Hacía mucho calor, pero incluso a las últimas filas llegaba una especie de rocío de los chorros de agua», cuenta Isabel, una vecina de Barajas.
Desde su abandono, la pista central de 1.700 metros cuadrados tan solo ha sido pisada por los operarios de mantenimiento del parque y algunos vándalos que se han colado en las instalaciones. Los focos de las luces yacen hechos pedazos en el suelo, los altavoces están agujereados, los graffitis y las pintadas acaparan las paredes, la basura se acumula en cada esquina y no queda ni un asiento en pie. La sala desde donde se controlaba toda la «magia» (luces, sonido, fuentes y proyección de imágenes) está totalmente rota y desamparada. El silencio, solo interrumpido por el cántico de los pájaros, ha invadido el anfiteatro y la imagen es desoladora. La magia se fugó hace tiempo.
Su construcción costó alrededor de 40 millones de euros. A pesar de los destrozos sufridos a lo largo de los años, el auditorio no dispone de cámaras de seguridad propias. Tan solo está protegido por los vigilantes de seguridad del parque y unas vallas que no impiden que se sigan cometiendo actos vandálicos. La asociación de vecinos San Roque lleva denunciado la situación de deterioro del parque y del auditorio desde el año 2008, año en el que se cerró. «Es un desperdicio, porque se está gastando dinero en algo a lo que no se le da uso alguno», se queja un hombre que pasea junto a su perro por el recinto. Mantener este espacio le cuesta al Ayuntamiento 11.000 euros al año.
En 2009 el Consistorio estudió convertirlo en un macroespacio de ocio veraniego con copas, cine o rastrillo, aunque nunca llegó a hacerse realidad. Antes de ser inutilizada, la infraestructura también acogió conciertos de artistas como Alicia Keys o Avril Lavigne. Incluso se hacían exhibiciones de la Policía. En 1998 tuvo lugar el Festival Policial Infantil que congregó a cerca de diez mil escolares.
La concejala presidenta del distrito de Barajas, Marta Gómez Lahoz, manifestó la intención del Ayuntamiento de Madrid de comenzar las obras de rehabilitación del auditorio a finales de 2018 o principios de 2019. Aún así, todavía no hay resultados y no se ha observado ningún avance. Al tratarse de una obra «muy importante», explicó Gómez Lahoz, se hará cargo el Área de Medio Ambiente, que tiene «más capacidad» que el distrito. Es por eso por lo que el proyecto «lo han retrasado un poco».
El parque Juan Carlos I ocupa 165 hectáreas, siendo la segunda mayor superficie verde de la capital después de la Casa de Campo. Tradicionalmente, las actividades que albergaba este parque eran muchas y muy diversas. Si el atractivo de las noches era la imperdible cita con el espectáculo de luces y agua, las tardes se animaban con el barullo de la gente que recorría todo el parque en un trenecito blanco o navegaba por su lago en un curioso barco solar. Desafortunadamente, no se conserva este último, aunque sí el tren. Además, se han incluido nuevas modalidades de ocio, como el alquiler de bicicletas y cursos de piragüismo. A pesar de que una parte ha quedado relegada al olvido, el conjunto del parque Juan Carlos I sigue estando muy vivo.
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menudo pena dejar que una infraestructura así quede en ruina
Hola y muchas gracias por este reportaje. No soy de Madrid, pero fui a este Auditorio en 2004 para disfrutar del concierto de Avril Lavigne. Fue muy especial y por ello agradezco la cobertura y difusión que has realizado. Es terrible que este lugar esté así teniendo en cuenta lo que puede ofrecer y lo que ha costado económicamente. Ojalá pronto hagan un proyecto en condiciones