LA CAUSA: la galería que bucea donde otros no lo hacen
Al pasear por la calle Jesús del Valle, uno se topa, en el número 27, con LA CAUSA. Una galería en Malasaña, con dibujos en la puerta, que llama la atención del viandante por el colorido de su interior. Manuela Medina y Pablo Méndez son dos jóvenes galeristas —ninguno llega a la treintena—que, hace tres años, abrieron su negocio para reivindicar que se puede ser emprendedor en el mundo del arte. Son dos rebeldes con causa.
Pablo Méndez es arquitecto. Ambos vivían en París cuando toman la decisión de abrir su galería. Manuela Medina, graduada en Periodismo, decide marcharse a París para hacer un máster de Gestión Cultural, que compagina con los estudios de Historia del Arte en la Sorbona. Durante los tres años que la madrileña está en la capital francesa, trabajó en la galería Lina Davidov —vinculada a artistas españoles y latinoamericanos— y, además, fue asistente de la concejala de cultura del Distrito 13 de París.
El despertar de una idea
Este distrito —antigua zona obrera—, es conocido por su implicación con el tejido cultural del barrio, en especial con el sector del arte urbano. La galerista madrileña explica que se trata de una zona con una fuerte presencia de galerías que han logrado, con sus intervenciones en muros, crear un verdadero «safari urbano» del grafiti. Esta experiencia fue esencial para que Medina se enfrentara, por primera vez, a la profesionalización de la cultura urbana. Entendió que el interés que siempre había manifestado por expresiones como el Hip-hop o el grafiti, podía convertirse en su profesión.
En Barcelona, la entrevistada trabajó en el comisariado de una exposición que le obligó a enfrentarse a la producción cultural actual. A estar al día de todo lo que está pasando. «Yo venía de estudiar el pasado, lo canónico, y descubro las voces y los lenguajes de hoy», comenta Medina. Es en ese momento cuando «le entra el gusanillo» de ser su propia jefa y —casualidades de la vida— recibe una llamada de su padre que hace que nazca la galería. «El local donde está LA CAUSA era mi casa. Yo crecí aquí con mi padre». Él decidió marcharse a vivir a otra zona de Madrid porque la casa «se le quedaba grande» y le planteó la posibilidad de abrir un negocio. «Pablo y yo tardamos tres días en decir que sí», relata la galerista.
El problema vino cuando Manuela le contó a su padre que querían abrir una galería de arte. «Estáis locos, os vais a morir de hambre». La respuesta de ambos fue tajante: «Tenemos ahorros. No tenemos hijos, ni hipotecas».
En marzo de 2017 nace LA CAUSA, en un momento en el que Medina está «al loro» de las nuevas voces del arte joven, gracias a su experiencia en París y Barcelona. La pareja de galeristas cayó en la cuenta de que existía un sector que podían cubrir: gente joven —como ellos—que «no está presente en circuitos clásicos o académicos». Sin embargo, comenta la galerista, es un perfil de artista que cuenta con una gran aceptación gracias a las redes sociales y «pese a no recibir becas o no estar respaldados por galeristas». El valor diferencial de esta galería se basa en «bucear en sitios donde otros galeristas no bucean», dice su responsable.
Medina explica que existe una lucha de la expresión urbana por entrar en la historia del arte, por legitimarse. Esta reivindicación artística se encuentra en la línea de trabajo de LA CAUSA, que cuenta con varios artistas que no proceden de la academia. Como si fuera una especie de libro sagrado, la madrileña acude al ensayo de Nathalie Heinich El paradigma del arte contemporáneo. Estructuras de una revolución artística, que se encuentra en las estanterías del local y al que acude con frecuencia. En esta obra, cuenta Medina, se explica cómo el arte contemporáneo se mueve en un espacio de libertad total que no entiende del medio en el que se produce, que va más allá del propio objeto artístico.
La galerista relata una anécdota que representa a la perfección la labor de «búsqueda de talentos» que se lleva a cabo desde LA CAUSA. «Un día vi por la calle un grafiti que me llamó la atención»: Medina trató de localizar al autor de aquel grafiti sin éxito hasta que, tiempo después, reconoció su trabajo en una red social. «Cuando me puse en contacto con él, se pensó que me había equivocado». Se trataba de Guillermo López, conocido como GVIIIE, uno de los artistas que mejor funcionan en la galería, en donde ya ha expuesto en dos ocasiones y ha logrado un «sold out» de su obra. «Cuando lo conocimos, tenía 400 seguidores en instagram. Era desconocido y le cerramos su primera exposición en galería». Ahora es uno de los rostros con más empuje para este espacio artístico del barrio de Malasaña.
Viabilidad económica
Esta galería en la calle Jesús del Valle está dividida en dos grandes espacios: una zona dedicada a exposiciones monográficas de sus artistas y otra, en forma de Art Shop, donde se comercializa obra gráfica de otros autores. «Queríamos hacer convivir esos dos espacios para invitar al público», ya que «a la gente le cuesta empujar la puerta de una galería». Esta configuración en dos áreas ha ayudado a LA CAUSA a que le salgan los números, pues es una manera de diversificar el mercado. Medina reconoce que «aún es pronto para compararse con otras galerías» y explica que no es hasta haber superado la barrera de los cinco años de recorrido cuando «se empieza a tomar a las galerías en serio». Han sido tres años de «trabajo duro», pero no se quejan.
Los eventos de inauguración son otro de los fuertes de este espacio, que prepara una exposición cada mes y medio. También se esmeran en llegar al público a través de las redes sociales, que gestionan ellos mismos. «Teníamos claro que o era así o no iba a ser viable».
En la actualidad, trabajan con un total de 10 artistas. La mitad de ellos son extranjeros y, entre los nacionales, hay una mayoría de madrileños. Son creadores que proceden de disciplinas consideradas «menores» como el grafiti, la ilustración o el diseño gráfico y que integran una corriente artística urbana. Según palabras de Medina, forman parte de un movimiento al que se le reprocha su carácter «excesivamente decorativo» o la búsqueda de la «estética por la estética». Con muchos de estos artistas, también realizan intervenciones artísticas en casas o locales, un aspecto para el que la formación de Pablo, que es arquitecto, es clave: esta pareja de emprendedores trabaja de manera complementaria. Son la simbiosis del galerista multitarea.
LA CAUSA en el circuito
Manuela Medina y Pablo Méndez trabajan al margen de los «epicentros clásicos» en los que se encuentran ubicadas las galerías de Madrid. Malasaña no es un barrio de galeristas como son el Distrito de Salamanca, la calle Doctor Fourquet —en Lavapiés— o, más recientemente, Carabanchel. Esta distancia geográfica es síntoma de una separación artística.
En paralelo a la entrevista realizada a la responsable de LA CAUSA, ABC ha hablado con dos galeristas que representan el paradigma del circuito de galerías consolidadas de la ciudad. Joaquín García es el responsable de García Galería, un espacio ubicado en Doctor Fourquet número 8 que —tras casi diez años de actividad— está más que consolidado en el panorama nacional. El coleccionista al que se dirige García Galería es alguien «con muy buen gusto y pasta», según palabras de su director. Esta galería, que llevará obra a ARCO 2020, representa a un puñado de artistas contemporáneos que, en la actualidad, están exponiendo sus creaciones en salas de medio mundo. Son creadores respaldados por una «trayectoria de sobra conocida», comenta Joaquín García.
El caso de la galería Leandro Navarro está aún más alejado del modelo de sala que representa LA CAUSA. Esta histórica galería madrileña en la calle Amor de Dios, lleva más de 40 años en activo y es un referente para los espacios dedicados a las vanguardias históricas. En sus fondos, cuenta con piezas de Picasso o Dalí. Navarro reivindica su interés por lo figurativo, por el «realismo madrileño» y se desvía de propuestas «más conceptuales», como las de García Galería.
LA CAUSA, García Galería y Leandro Navarro representan tres tipologías de galerías según el momento de su apertura. Son tres lenguajes distintos que conviven en la misma ciudad. Sin embargo, uno de esos lenguajes —el vinculado a lo urbano— aún lucha por lograr su legitimidad artística. Dos rebeldes con causa trabajan, en Jesús del Valle número 27, por conseguirlo.