«Desperate Literature»: un concepto alternativo de librería en pleno corazón de Madrid
Autores: Jaime Sánchez Moreno y María Ñacle
Hace seis años, Terry Craven y Charlotte Delattre decidieron dejar la ciudad de París y venir a Madrid para cumplir su sueño: abrir una librería. De esta manera, a unos pocos metros del Teatro Real —en el número 13 de la calle Campomanes— nació «Desperate Literature», un pequeño negocio que se inspira en la parisina Shakespeare and Company. Una de las peculiaridades de este sitio es su sentimiento de comunidad y la cercanía con los clientes. Además, rompe con el canon clásico de las librerías tradicionales. Otra de sus características es que abunda la literatura anglosajona y francesa. Por ello, sus clientes son de diversos países. Aunque no faltan lectores de habla española, ni tampoco libros. Aquí se pueden encontrar clásicos de la literatura hispanoamericana, desde Lorca a Márquez, pasando por muchos otros. Ceci, natural de Madrid, se declara como un gran admirador de Desperate Literature. «Cuan
Durante la entrevista con Terry, no deja de entrar gente en la librería. En ese momento, trabaja sin su compañera, y tiene que ser omnipresente para atender a los clientes y a los entrevistadores. A pesar de su difícil situación, este inglés transmite tranquilidad y buen humor.
Charlotte Delattre y usted trabajaron en «Shakespeare and Company» —una mítica librería internacional parisina —. ¿Nos equivocamos?
— Charlotte estuvo trabajando cuatro años y yo siete en Shakespeare & Co, antes de venir aquí. Al principio, dormía allí, trabajando dos horas al día.
¿Cómo decidieron venir a Madrid?
— Vinimos a España por casualidad, y sabía que quería abrir una librería con el que es ahora mi socio de Santorini, Craig Walzer , con el que trabajé. Él me dijo que había comprado una librería en Madrid. Me propuso unirme y acepté para ver lo que surgía. Por eso decidí venirme con Charlotte.
¿Fue complicada esta decisión?
— Después de siete años trabajando en Shakespeare & Co., aprendí casi todo lo que conozco de las librerías y cómo pueden funcionar, pero sabía que en un momento dado quería hacer la mía propia, siguiendo la línea de mi experiencia en Francia.
Hemos leído que acogen a huéspedes…
— Solemos acoger a algunos escritores, aunque la librería parisina lo hace mucho más que nosotros. Tuvimos hace un mes a una escritora americana que trabajaba dos horas al día y que también escribía .
¿Se consideran precursores de una manera de entender las librerías en España?
— Hay muchas cosas que pasan aquí, que a mí me encanta ver. Como los diferentes eventos y fanzines. También el Feria Off del Matadero, que coincide con la Feria del Libro. Hacen cosas más marginales, menos tradicionales, de las que formamos parte. Tenemos una manera de pensar un poco diferente. En Shakespeare & Co. hacen las cosas súper `beatnik´ y todos estamos inspirados así. Nuestro otro socio de EE.UU. comenzó vendiendo libros en la calle, y eso es un poco anarquista, por su parte. Por lo que tenemos una mezcla de elementos. Pero siempre subyace la idea de comunidad a través de la literatura y la mezcla de idiomas y de hacer eventos. Es decir, todas esas cosas que pueden conectar con la literatura. Organizamos también un premio literario- Desperate Literature Prize-, que es importante para nosotros.
Poco a poco están surgiendo librobares o librota
— Los librobares o librotabern
¿Cree que es una idea arriesgada?
— Hay gente que me ha dicho que abrir una librería puede ser arriesgado, pero no lo veo de esa manera. Aunque entiendo que muchos lo piensen. Tras trabajar en Shakespeare & Co., vi posible una vida de esta manera. Si no pensara así, no lo hubiera hecho.
¿Qué diferencias ve respecto a Francia?
—Cuando llegué a España no sabía el idioma, ni tampoco conocía tanta literatura de aquí.
A diferencia de Francia, en nuestra librería no sólo tenemos novedades, ya que es importante tener libros buenos. Pero no es lo primordial. Lo que queremos hacer aquí es tener una relación circular con los clientes, y ellos saben que lo que exponemos nace del alma de la librería. Los clientes también ofrecen títulos, y así todos aprendemos juntos.
¿Cuál es su público objetivo?
—Hay muchos jóvenes que vienen a la librería. Además, intentamos hacer eventos para todo el mundo, como The Woolf Pack, para mujeres transexuales y no binarias. Hay una energía, un cambio generacional en el sentido de poder hablar de temas como el género u otros. Y esto está cambiando a través de los jóvenes. También hacemos eventos para escritores de todos los géneros literarios, por ejemplo, ciencia ficción especulativa.
¿De dónde proceden especialmente sus clientes?
—Nuestros clientes son diversos. Hay un perfil principal de personas de lengua anglosajona, pero también de españoles. Ahora se compran más libros en inglés, quizás también por ese cambio generacional. Ahora los jóvenes están más interesados por este idioma.
¿Cuántas sedes tiene Desperate Literature?
— Tenemos cinco librerías en Brooklyn, una en Santorini y otra en el barrio valenciano de El Cabañal.
¿En qué se diferencia su librería de otras?
— Hacemos más eventos, que nos ayudan a formar una comunidad más grande de escritores. Somos la única librería que organiza un premio. Gracias a este hemos conectado con más entidades procedentes de Inglaterra, Francia y Estados Unidos.
¿Siguen celebrando conciertos?
— El otro día tuvimos un concierto de dos horas con amigos. Fue fantástico.
¿Cuáles son sus criterios en torno a selección de obras? ¿Con qué autores se identifican más?
—La literatura que más nos guste. Libros como Las olas, de Virginia Woolf, y de temáticas sobre filosofía y cambio climático.
¿Qué eventos celebrarán próximamente?
—Unamuno of the Series y Woolf Pack, por ejemplo. Estamos moviendo el premio al máximo.
¿Cómo le llegó la afición por los libros?
— A los 14 años empecé a leer como aficionado, especialmente por ella. Más tarde, hice carrera de literatura en inglés y francés, con la que pude realizar un erasmus en Francia. Allí encontré Shakespeare & Co, un lugar donde la gente criticaba todo, leía y escribía poesía. Esto no existía de donde venía. Las librerías no suelen ser lugares alegres, sino más bien vacíos. En Shakespeare & Co. Sentí que la literatura estaba viva.