La experiencia de vivir la lotería siendo un niño de San Ildefonso
Sandra Palacios · Andrea Muñoz
Cada 22 de diciembre, los hogares españoles se entregan a un mismo sonido reiterativo que emana de la televisión a lo largo de la mañana con la esperanza de escuchar ese número deseado en boca de alguno de los niños de San Ildefonso. Unos pequeños nervios, en la mayoría de los casos ―imperceptibles―, acompañan a estos escolares en su cántico: «Miiiil euros», convirtiéndose en una melodía de fondo para los que continúan su jornada cotidiana y que tan solo se ve interrumpida por la llegada de «El Gordo» y sus allegados, que son los más esperados.
Iván Rodríguez Sobrino entiende bien esta sensación, pues la ha vivido en sus propias carnes. Con 9, 10 y 11 años participó en el Sorteo Extraordinario de Navidad y llegó a cantar un 4º premio. «Después de tanto entrenamiento y estar ahí practicando con los compañeros, los nervios se pasan un poco. Cuando pasas a la acción, simplemente lo vas diciendo y, quizás, te trabas una vez, pero continúas», explica Iván, que ahora tiene 19 años. Su interés por la lotería no llegó por casualidad, pues su hermano también participó en el sorteo e, incluso, cantó «El Gordo»: «Como mi hermano lo hizo, mi madre me lo comentó y dije: ¿Por qué no? Una nueva experiencia».
Iván entró al colegio de San Ildefonso con tan solo 3 años y finalizó allí la etapa escolar. Actualmente, solo los niños de la residencia-internado de San Ildefonso pueden cantar en el sorteo, pero por aquel entonces las reglas eran distintas. Aunque se les daba prioridad a los internos, si sobraban plazas estas podían ser ocupadas por alumnos externos. «Yo creo que fui el penúltimo en entrar, de hecho. Y era algo voluntario, o sea, si había plazas, que normalmente solían sobrar algunas, te podías presentar perfectamente».
¿Cuáles son los requisitos para poder participar en el Sorteo de la Lotería de Navidad?
La directora de la residencia-internado de San Ildefonso, Charo Rodríguez, explicó en declaraciones a Europa Press que «se hace una selección entre aquellos niños y niñas que se presentan voluntarios». Además, para cantar los números tienen que tener un mínimo de 8 o 9 años junto con la altura suficiente para llegar sin problema a los alambres de las tablas. Esto implica «una cierta madurez y un nivel de conocimiento de los números adecuado». Los chicos seleccionados también tienen que tener «una buena voz: clara y con proyección; vocalizar bien, y tener fluidez verbal». Igualmente, la responsable de la residencia apunta que «se valora la capacidad para mantener cierta presencia en el escenario». Cuando los afortunados ya están seleccionados, se forman parejas en base a la armonización de sus voces.
Desde el mes de octubre, los niños acuden al salón de actos del colegio dos días a la semana durante 2 horas para practicar antes del gran día. Iván comenta que los ensayos tenían lugar los jueves por la noche (de 20 a 23 horas más o menos) y los sábados por la mañana: «Estos días íbamos a un lugar oficial de Loterías y Apuestas del Estado que está cerca del campo del Real Madrid. Allí siempre hacíamos sorteos donde venía un público de 30 o 40 personas y cada uno teníamos nuestros roles. Mi rol al principio era sujetar el cable, porque allí según el tiempo que llevases, te ponían un rol más alto y empezabas sujetando un cable». Cuenta que ese cable llegaba a un botón que era el que activaba los bombos, él se lo daba al público, este pulsaba el interruptor y los bombos giraban. Era una forma de que el público se sintiese involucrado. Los otros cometidos se basaban en sostener el cartel del número, sacar la bola y ser el director. «Ese nunca lo fui, la verdad. Ahí tenías que estar más de tres años y era el que daba todas las órdenes: en qué momento se activaba el bombo, en qué momento se levantaba el cartel, etc.», comenta Iván, recordando esta experiencia como algo divertido y agradable: «Yo tampoco lo veía como un trabajo, al menos de pequeño yo no lo notaba así. De varias horas que estábamos allí, el sorteo duraba una hora y el resto estábamos esperando y charlando tranquilamente. Se hacía muy ameno la verdad, no te pedían mucho que digamos».
Estos sorteos semanales funcionan de la misma manera que el Sorteo Extraordinario de «El Niño», pero el culmen de esta actividad extraescolar tiene lugar el 22 de diciembre. Ese día, los niños se tienen que levantar a las 5.30 o 6 de la mañana para ir al Teatro Real, donde la mayor parte del tiempo (unas 4 horas) están en los camerinos esperando su turno: practicando, charlando, desayunando… Cuando llegó su turno, Iván estuvo en torno a una hora u hora y media para decir todos los números. «Yo me acuerdo que había algunos números que directamente me los inventaba, porque al hacerlo tan rápido, por lo menos 3 o 4 números me habré inventado. Pero bueno, si alguien se ha emocionado sin querer, tampoco eran números importantes», comenta entre risas.
Madrid no es la única ciudad de España que ha tenido la suerte de poder oír el mítico «Miiiil euros» en vivo y en directo. Iván explica que también realizaban viajes de fin de semana con la lotería, habiendo estado en lugares como Girona, Lleida o, incluso, Disneyland. Allí hacían un sorteo y el resto del tiempo lo pasaban en el hotel haciendo diferentes actividades. «Habré ido como 11 o 12 veces de viaje durante esos años con la lotería y genial, sinceramente. Aunque fuera un poco triste por el hecho de no estar con la familia los fines de semana ―ya que yo me acuerdo de veces que echaba de menos a mi madre porque al final era pequeñito―, aún así me gustó mucho», afirma. Además, el hecho de pasar tanto tiempo viajando y compartiendo habitación con otros compañeros que no conocía de nada, le aportó nuevas experiencias: «La residencia es como una familia de por sí, porque esos chicos tienen problemas familiares y sus padres no pueden cuidar de ellos normalmente, lo que hace que entre ellos estén muy unidos. Cuando yo me metí ahí, era como el chico que no tenía ningún amigo, pero aún así siempre te acogen. Aunque eran un poco “rebeldillos”, eran muy majos y lo pasé muy bien la verdad».
Además de esos viajes, los niños que participan en la lotería reciben una beca para sus estudios que varía según la situación en la que se encuentre cada uno. «Si estás estudiando y apruebas como un 60%, te dan esa beca y mientras sigas estudiando te la siguen dando; al menos una carrera te cubre. Pero si dejas de estudiar, ya no te la dan. Para los de la residencia, la beca era mayor que la mía, por ejemplo, porque ellos tenían muchos más problemas para pagar todo esto. Lo de la residencia era más caritativo, digamos», explica Iván, el cual se ríe al ser preguntado por los regalos que teóricamente reciben: «Se supone que lo hacen, pero mi hermano que cantó el Gordo, básicamente lo que le hicieron fue una entrevista en televisión y en varios periódicos. Pero aparte de las entrevistas y tal, nada. O sea que es un poco falso».
Este 22 de diciembre se presenta en un contexto completamente diferente, pero con más ilusión que otros años. Los niños de San Ildefonso son los encargados de cantar unos premios que son más gratificantes que nunca para una sociedad castigada por la pandemia. La monotonía de sus cánticos reiterados pasarán de ser un sonido de fondo que acompaña a los españoles a lo largo de la mañana, a la salvación de muchas familias cuando la voz de cualquiera de estos chicos se contagie de emoción a la vez que repite: «Cuatro milloneees de eeeuros».
Administraciones de lotería
Durante el estado de alarma, los sorteos sufrieron un parón de dos meses que no se reanudó hasta el 18 de mayo. Esta fue la primera estocada para el sector. La segunda vino por el hecho de que los españoles disponen este año de menos dinero a causa del covid, lo que implica que gasten menos dinero en lotería. Por tanto, no es de extrañar que SELAE (Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado) prevea una caída de mil millones y medio de euros en ventas para finales de este año. Además, casi el 40% de los ingresos del SELAE provienen de los sorteos extraordinarios de Navidad y del Niño, según informa ANAPAL (Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administraciones de Lotería) y, en esta línea, desde la administración «El Jorobado de la Suerte», en calle Preciados, observan un descenso de ventas de lotería de Navidad debido a las restricciones por el coronavirus.
La buena noticia viene para los ciudadanos pues, según informa Europa Press, los premios de hasta 40.000 euros del Sorteo Extraordinario de Navidad estarán exentos de impuestos este año. En «Doña Manolita» se siguen viendo largas colas como en años anteriores, porque como señala Byron, uno de los chicos que espera en la cola para comprar un décimo, «dicen que siempre toca». No obstante, tanto él como Laura (otra chica de la cola), apuntan que han invertido el mismo dinero que el año pasado. No es el caso de Mary, que está apunto de comprar su décimo después de una hora esperando, y dice haber invertido menos, pero aún así, no quería perder la tradición de comprar un décimo en esta famosa administración.