Amor en tiempos de pandemia: la distancia no es el olvido
El coronavirus ha tambaleado los cimientos de las relaciones sociales tal y como se las ha conocido hasta el momento. La cercanía y calidez de un beso o un abrazo ha tenido que ser reemplazada por la luz artificial y el brillo de una pantalla de teléfono, a través de la que poder ver a familiares y amigos. Nada es como lo fue y las relaciones amorosas también han tenido que adaptarse durante la pandemia. A pesar de que es común mantener relaciones de pareja a distancia por razones laborales, el Covid sin duda ha sido el motivo más inoportuno de todos.
Ainara, 22 años, vivía y estudiaba en Madrid. El 11 de marzo del 2020 hizo las maletas para volver a su casa en Bilbao y se despidió de su novio Daniel, madrileño de 24 años; desde entonces no se han vuelto a ver en persona. «Mi padre es hipertenso y asmático. Yo también soy asmática y su situación familiar también es complicada. Llevamos mucho cuidado y por eso no nos vemos desde entonces», explica la joven. «Entre convivir con familiares de riesgo a los que no quieres poner en peligro y restricciones sanitarias que cambian con solo mirar hacia un lado, al final, se hace mucho más complicado que si lleváramos una relación a distancia en cierta normalidad, en la que puedes escaparte un fin de semana», cuenta Daniel.
Luna —nombre ficticio: esta joven madrileña prefiere mantenerse en el anonimato—, 22 años, desde noviembre de 2019 mantiene una relación a distancia con un chico, 24 años, de un pueblo de Cuenca. «Antes nos veíamos cada dos semanas aproximadamente, yo solía ir a verle a él porque tenía más tiempo para viajar», explica la madrileña. Cuando comenzó la pandemia todo se volvió más complicado para ellos. «Pasamos el confinamiento juntos, yo no tenía universidad y me fui a vivir con él», pero pasado el verano y tras el alivio en las restricciones sanitarias, septiembre se convirtió en todo un caos que gestionar. «Cuando Madrid estaba un poquito mejor, cerraban Castilla-La Mancha, nunca coincidían las dos comunidades abiertas», relata Luna. La última vez que pudo ver a su pareja fue en navidades gracias al salvoconducto que en ese momento emitía la Comunidad de Madrid para poder visitar a los allegados. «Desde navidades no nos vemos y a saber hasta cuando», afirma con resignación.
Para Luna y su novio, vivir en ciudades diferentes nunca ha sido un impedimento para mantener su relación; es más, ambos ya habían mantenido una relación a distancia anteriormente. Sin embargo, con la llegada del Covid a sus vidas, todo se ha complicado bastante. La incertidumbre marca su día a día. «No tenemos ningún problema con las relaciones a distancia, siempre y cuando no dependa ver a tu pareja del Gobierno o de un virus que no puedes controlar, como si me tengo que coger un avión», ironiza Luna. Daniel advierte que a la hora de hablar de este tipo de noviazgos todo parece más «cinematográfico» de lo que realmente es. «Ha surgido, hemos querido seguir y no hay otra manera», afirma tajante. Ainara confiesa que nunca había entrado en sus planes, pero que al ser de ciudades distintas, si había tenido la impresión de que llegaría un momento en el que tendrían que estar separados, pero «ni por asomo» imaginó algo así.
A pesar de los cientos de kilómetros que separan a los protagonistas pueden mantener un contacto diario relativamente normal, salvando la obviedad de no estar juntos todos los días. «Ahora tenemos llamadas, videollamadas, WhatsApp… hace años había gente que se mandaban cartas y se veían una vez al año, y siguen siendo pareja», afirma Luna. «Nosotros por suerte no nos llamamos a todas horas ni hablamos todo el rato. No sirve de nada porque creas una falsa sensación de que estás con esa persona cuando no lo estás y lo mejor es tener cada uno su tiempo y su espacio», confiesa Daniel.
Mientras en los telediarios se suceden las imágenes de fiestas ilegales y gente joven saltándose las medidas sanitarias, estos entrevistados coinciden: no comprenden cómo ocurre y se permite. «Yo no salgo de casa, salgo para ir a la universidad y vuelvo. La semana que me toca clase online no salgo. Tú estas ahí cumpliendo, mientras que unos están de cachondeo. Sientes que estás sola», lamenta Luna, quien no entiende que pueda tomarse una cerveza en un bar y no poder ir a ver a su novio. «Se ha normalizado el hecho de que no pasa nada, saltarse las restricciones como un punto romántico y es un punto estúpido, si te importa la otra persona es seguridad para ella», expone Daniel. «Puede que peque de extremadamente responsable, pero yo no lo veo normal ni justificación válida para saltarse las medidas de sanidad», declara Ainara.
Confianza y compresión son los dos pilares en los que estos jóvenes creen que una relación a distancia debe sustentarse. «Es un aprendizaje continuo», cuenta Ainara. No obstante, se ha generalizado la idea de que las parejas que viven distanciadas luchan constantemente contra los celos y la desconfianza. «Cuando le cuento la situación a gente de mi edad me miran con una cara de ¿a ti te compensa?, pobrecita. Yo lo he elegido y para mí no es un esfuerzo, aunque es peor por el Covid. Mucha Isla de las Tentaciones y poca relación de verdad», manifiesta Luna.