La difícil supervivencia del histórico mercado de San Isidro
«¡Viva España!, ¡Viva!», dice un comerciante del Mercado municipal de San Isidro de la calle San Patricio 1, al saludar con una amplia sonrisa y brazo en alto a su cliente de toda la vida. Mientras, a diez pasos en un puesto de congelados hay un hombre negro y edad avanzada con levita, sombrero y bastón sentado en una banqueta hablando con el tendero. Y a la vuelta de la esquina, paralelo al supermercado Hiber, está los arreglos de ropa de Liping, una empresaria china en un espacio de tres por cuatro metros, encorvada sobre sus quehaceres entre montañas de ropa y cremalleras, con botones que coser y bajos que tricotar sin levantar jamás la vista de su trabajo. Son puestos que parecen en las antípodas, sin embargo todos ellos comparten un mismo pensamiento al terminar la jornada, el que hoy, en este mundo interno de los barrios, que son los mercados municipales, «la única certidumbre es la incertidumbre».
José María, pescadero y secretario de la Asociación de comerciantes del mercado de San Isidro, empezó con dieciséis años en ventas, comenta mientras salta la escarcha del hielo y su compañero prepara la pieza para servirla en bandeja: «Somos habas contadas, a este tipo de mercados le poca vida, sus días están contados, bueno no sé si serán días, pero le queda poco recorrido».
El Mercado de San isidro tiene la peculiaridad de que es uno de esos mercados municipales que no está en el Centro, expuesto a las alternativas del turismo o la reoxigenación mediante la reconversión en espacios de hostelería. Estuvo abierto durante toda la pandemia, siendo testigo directo de la evolución de las restricciones y que, a pesar de necesitar ser rescatado, las medidas llegan, para ellos, alarmantemente tarde. Se anunciaron ayudas en abril de 2020, pero la parte de avales y transferencia de crédito no se ha dado hasta enero de 2021- según los datos que baraja la oposición al gobierno de Madrid. Lo cual puede resultar especialmente sangrante en un distrito azotado por el Covid-19 y con unas restricciones perimetrales que afectaron a la zona que hoy tiene una incidencia acumulada de 242,2. En lo que lleva de pandemia los casos ascendieron casi a 20.000, según la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, y en la peor época podían tener 655 casos al día.
Desde 1952 el mercado de San Isidro se le conoce como Mercado Castizo, tomando su nombre del patrón de Madrid, porque estaba próximo a la Pradera de San Isidro. El mercado cuenta con 47 locales, de los que sobreviven abiertos 38 en una sola planta comercial. La pandemia ha replanteado el modelo de negocio para puestos que han ido pasando el legado y tienen en sus rótulos: Hermanos o Hijos de… Abiertos desde 1965 o 1979. El devenir de los tiempos ha hecho que pueda reunirse el particular retrato de clientes de 70 años junto a `hipsters´ con bolsas de tela concienciados con la compra sostenible.
Dulces pecados en pandemia
Esa peculiaridad se extiende a Julie Blanch Matute, propietaria de la confitería Dos bombones, dulce para todos, un toque de color rosa y sabor almendrado que la hace parecer una forastera entre pasillos repletos de charcuterías y pollerías, cuando en realidad es para todos ellos el alma de este mercado, definido como pequeñas casitas con horario laboral. No desentona entre recuerdos del tardofranquismo y sus vecinos de enfrente, los cajeros del súper. Como vicepresidenta reflotó la Asociación de comerciantes del mercado de San Isidro, pero lo cierto es que la edad media de los que tienen puestos son hombres de 60 y la página de Facebook de la Asociación de comerciantes de San Isidro la visitan cuatro. Abrió su tienda con una amiga un año antes de que la normalidad saltara por los aires, vivió en primera fila como al principio todo el mundo compraba solo en el súper, que hay dentro del mercado. Según cuenta miraban estáticos, como en un museo de cera, las largas colas de gente irascible, hasta que con el desabastecimiento el público empezó a recurrir a ellos.
Los mayores se quedaban en casa y los hijos venían a comprar, antes la edad de la clientela era de 70 para arriba, ahora vienen los jóvenes y sobre todo hombres de mediana edad de 30 o 40 años. La mayoría trabaja en casa, tienen más tiempo para relacionarse, que antes con la compra exprés, y se permitían el que es el lema de su tienda: «todo el mundo tienen derecho a darse un capricho».
Durante el confinamiento que empezó en marzo abrían a las 7 de la mañana y cerraban a las 8 de la noche. «La clientela se vigilaba entre ella, porque con la excusa de salir había gente que venía ocho veces y cuando terminabas de trabajar salías a la calle y no había nadie, y al día siguiente era la misma rutina y eso pasa factura».
Cambiar el chip ha supuesto una inversión extra y al pagar con tarjeta, incluso por dos euros, los bancos se cobran la comisión. La cultura del mercado se recuperó y multiplicó sus ventas en pleno encierro, pero todo fue un espejismo, cuando levantaron el confinamiento se volvió a los viejos hábitos, con un leve repunte el pasado verano. Pero la Semana Santa de 2021, afirma que ha sido desastrosa y no sabe qué les deparará este verano. « ¿Qué más tiene que pasar para ver que esto tiene que cambiar? La complicidad se ha olvidado. Salvamos nuestro propio pellejo, individualmente. Terminaremos como en Estados Unidos, con un servicio para llenar el coche y poco más».
Cuestión de confianza
Elena, amante de la ópera y de Andrea Bocelli, tiene una mercería que heredó de su madre, Nieves Galeriano Fernández, de ahí lo de Mercería Nieves, un nombre que se resiste a cambiar y que lleva con orgullo. Su madre se puso a trabajar después de que su marido enfermara de cáncer, cuando se quedó viuda con tres hijos y sin pensión, empezó a vender medias en la calle. Aunque era ilegal, ahorró para conseguir un puesto en el mercado. Así nos encontramos con una mercería que lleva abierta cincuenta años ofreciendo calidad y cercanía. «El mantenernos a flote es ya como aumentar las ventas. Conozco, abuelas, hijas, nietas. La hija lo ve de pequeña, se casa y sigue viniendo. Si me fallara mi negocio me metería en otro del mercado municipal, frutera, carnicera, porque me encanta este mundo».
El trato cercano y el que sea una tumba con los secretos de sus clientas ha hecho que, pese a la incertidumbre, ya que su tienda sí cerró durante el confinamiento, recuperara el ritmo de ventas. Margarita, una clienta de toda la vida que conocía desde pequeña, venía en sillas de ruedas a seguir comprando. Y otras mujeres mayores, con Alzheimer, que no se acuerdan de su nombre, pero les suena, y los maridos le confiesan a Nieves que están obcecadas con venir aquí sí o sí.
Su puesto se repliega como un tapiz en vertical, con género para mujeres de 1 a 90 años. Forma parte de la cultura de su puesto que te puedan dejar dinero a deber o que puedas pagar a plazos lo que normalmente pagarías de una sola vez. «La gente cada vez más viene aquí a desahogarse. Hacemos 100% de psicólogos porque hablan con nosotros».
El confinamiento lo vivió bastante mal, especialmente cuando les informaron que habían muerto tres compañeros por el Coronavirus. En abril de 2020 el Ayuntamiento quitó la cuota de alquiler a los comercios que tuvieron que cerrar, Almeida aprobó una moratoria del pago del canon para los 46 mercados municipales, según la concejalía que dirige Miguel Ángel Redondo de Ciudadanos. El Consistorio recibió por el alquiler de esos espacios un total de 1.435.000 euros el año pasado. Sin embargo, Elena afirma que no han recibido más ayudas desde entonces. Afirma que al volver a abrir la incertidumbre era enorme, porque creía que la clientela iba a darle miedo o comprar ropa interior. Pero la gente respondió y volvió la frase más repetida era «confío en ti».
Elena comenta: «Tengo dos hijos y mi hijo de 11 años ha empezado piano en el Conservatorio, pero le gusta también el mundo de los negocios y me dice que tengo que moverme más en redes, me baja las fotos a Instagram. Estamos esperando a que haya, de una vez por todas, más campañas de marketing del mercado de San Isidro, empezando por un parking y Mercado47 (portal de digitalización de los mercados para la venta online) para que nos indiquen cómo hacer en condiciones el envío a domicilio». Ella lo tiene claro, arrimar el hombro es todo lo que debería hacerse, pero sentencia que falta empatía.
Todos para uno y uno para cada uno
Tanto Carlos Molina, dueño de una charcutería, como José María, pescadero que lleva 38 años en San Isidro son pesimistas. Carlos tenía una tienda dentro del autoservicio de Día, pero en 2004 empezaron a cambiar los supermercados, y quitaron las concesiones para poner sus ventas directas en paquete, y en su caso fue una de las últimas charcuterías que dejó la cadena Día. En su actual puesto declara que todo ha ido para abajo, la venta ha caído un 50%. «El súper ni nos da ni nos quita, si el cliente quiere comprar dos lonchas en lugar de un paquete aquí puede hacerlo, en ese sentido nos complementamos bastante bien. Al ser éste un mercado del Ayuntamiento qué menos que dejarnos 3 o 4 meses sin pagar el alquiler de los puestos para nosotros sería un gran auxilio y para ellos sería una minucia. Se habla de ayudas que salen en prensa, pero ¿dónde están?, con esas ayudas Madrid tendría fuentes de mármol, las ayudas reales son las que ponemos nosotros de nuestro bolsillos. Solos, siempre solos ante el peligro».
Con los gastos por autónomo, la subida de impuestos, de luz, los extras para comprar gel, mascarillas y llevar los pedidos a domicilio. Todo eso ganando la mitad, su beneficio ha bajado un 20% y la venta un 30%. Para Molina dentro de lo malo durante el confinamiento estaba ocupado, psicológicamente ahora es más duro, porque el panorama es un desierto.
La goma se estira hasta que se rompe- afirma Molina, y en el momento en que se empiecen a entregar llaves del mercado el lugar se muere. En General Ricardos se cerraron multitud de negocios. Si sigue así es la ruina total, «somos unos ignorantes para todo, en Madrid ha habido cólera, la forma de atajar una pandemia es cerrar, pero dejando que se hagan las actividades dentro de la zona, tal y como decía Ayuso. Pero si se permite que vengan de todas partes de España y de fuera, el problema se alarga durante años. La salud es economía y la economía salud». Considera que esto solo ha reforzado a los Deliveroo o Carrefour. Antes la gente se tomaba el vermut los sábados y luego compraban, «cuando la normalidad se recupere volverán a venir nuestras viejecitas, el problema es que no sabemos si aguantaremos hasta entonces».
Para José María de la Pescadería Encabo todo lo que está pasando es inevitable, es la supervivencia del más apto y los mercados municipales son piezas de museo con oficios que desaparecerán, salvo para servicio Gourmet con una clientela elitista. Afirma que los mercados municipales están quedando para las guías de ocio. Están moribundos, el mercado tradicional estaba orientado a las amas de casa, ahora afirma que no tiene sentido ni los horarios ni el concepto. «Somos habas contadas, esto tiene los días contados. A nosotros nos cuesta también cambiar, el horario no se adecua a los clientes, la gente termina de trabajar tarde y nosotros ya estamos cerrados, con lo cual van al Mercadona. Pero si estás desde las cinco de la mañana no puedes abarcar tanto horario o te haces el más rico del cementerio, pero al final te mueres».
Para él no hay un cambio drástico, sino que es un cambio progresivo del que no te das cuenta, y el método de digitalización con los pedidos a domicilio considera que no salvará el mercado, eso desde hace tiempo lo trabajan mejor las grandes superficies. El producto perecedero no tiene demasiada atracción entre el público joven, comenta.
Dice que la política del Ayuntamiento ha sido deshacerse de los mercados, hace ocho años todos los puestos estaban abiertos y no solo eso, basta con darse una vuelta por el barrio y él nota que han cerrado más de la mitad. Y la Asociación de comerciantes del mercado de San Isidro es simbólica, la gestora es realmente la que tiene medios de decisión. Detalla que este mercado es particular porque hay un conflicto entre la gestora y la Asociación, viene de un pleito de hace 30 años, los industriales son el 70% de la SL que es la que gestiona esto, y éstos están muertos o jubilados. Ahora hay un responsable único, la capacidad de decisión es inexistente y los pocos que quedan aquí tampoco se preocupan, al final la evolución le pasa a uno por encima, es difícil poner de acuerdo a cien personas, en cambio en un hipermercado, la voz cantante la tiene uno.
Afirma: «Si la cosa sigue así, en mayo hago 59 años, aguantaré hasta la jubilación, y si se pone muy mal la cosa trabajaré en un supermercado, en el súper trabajar siete horas es una bicoca, pero ahora prefieren trabajar con gente joven, son más versátiles. En mi pueblo dicen si a los 40 no te haces rico, arre borrico. Hay que aprovechar cuando tienes fuerza o conseguir un pelotazo».
Las distintas versiones en política
Las cifras no cuadran para PSOE o Más Madrid. Mercado47 impulsado por la plataforma Hermeneus World, es una iniciativa estrella que comenzó con el gobierno de Ahora Madrid y el actual Ayuntamiento habla de él para comentar los triunfos en el sector de los mercados municipales, en tiempos de pandemia.
En este proyecto se ha gastado 130. 000 euros en total, sin embargo cuando los partidos de la oposición han preguntado a qué se ha destinado ese dinero la respuesta oficial que dicen haber recibido es: «Como los establecimientos adheridos a la misma son entidades privadas que no mantienen relación contractual alguna con el Ayuntamiento de Madrid, por lo que la Dirección Contractual de Comercio y Hostelería no dispone de la información solicitada».
En Madrid, en plena debacle política, Enma López, concejala del PSOE, hablaba de que la plataforma con 200 pedidos se bloqueaba, y concluía que la traducción, en una ciudad de 3 millones de personas, la eficiencia es muy baja. Las propuestas de su programa parte de que las ayudas actuales son pequeñas, insuficientes y siempre van a parar a los mismos, lo que producen mercados de primera y de segunda. Uno no puede competir en precio, velocidad, pero sí en profesionalidad, calidad y en producto con el que te encuentras con los mercados. El pesimismo de los pequeños comerciantes se gestiona haciendo mejor marketing, y publicitando que nadie te va a cortar la carne como Manolo. Actualmente el modelo consiste en que el Ayuntamiento saca la concesión del mercado municipal, se otorga a una gestora y se desentiende, pero no se puede desentender de un sector que abastece a la población. PSOE habla de un presupuesto de 50 millones de euros de los fondos europeos, para los mercados municipales.
El Ayuntamiento sobre resultados comentaba previamente a ABC que se facturaron 700.000 euros en 20 mil pedidos online en septiembre de 2020. Asimismo, Concepción Díaz de Villegas, Directora General de Comercio y Emprendimiento del Ayuntamiento de Madrid decía en 2016: «Hermeneus World ha sabido entender los problemas y necesidades de los pequeños comerciantes, desarrollando una solución de futuro que ha sido reconocida por la Comisión Europea como mejor práctica de toda la Unión Europea».
En la digitalización exprés el Consistorio previó una ayuda de dos millones de euros para la transformación digital, y llegó a declarar que la venta ‘online’ de la red de mercados municipales había crecido un 25% en pandemia. Un responsable del Área de Economía, Innovación y Empleo del Ayuntamiento establece que se ha ayudado en la remodelación y modernización de los mercados y se ha hecho una campaña de publicidad. Y añade que se están haciendo un montón de cosas y lo que dice la oposición, en el caso del PSOE, lo que pretenden los socialistas es gestionarlo directamente, quitando una concesión a los concesionarios privados, lo que es ilegal, es un canto de sirena. Por último, también dice que lo que no menciona el PSOE es que si se extingue la concesión tendrían que despedir a los comerciantes, por otro lado, él recuerda que todos los mercados de Madrid se construyeron de forma privada, luego ha revertido la concesión al Ayuntamiento.
En cuanto a la gestora del Mercado Municipal de San Isidro ha comentado sobre los detalles del Mercado de San Isidro y las ayudas recibidas que no puede proporcionar la información que solicita este blog. Pero a día de hoy en la página de Mercado47 aparecen numerosos puestos, pero sus productos aparecen como `no disponibles´.
Más Madrid, con Mayson Douas, considera que no se vela por una buena gestión, ya que el alma de los barrios son los mercados municipales, y no se ha apostado por el desarrollo de la zona en los distritos más empobrecidos. Y establece que las ayudas para digitalización o condonación de cánones son medidas muy arcaicas para impulsar los negocios. «Hay pocos datos, no nos han dado cifras de cuantos cierres ha habido. Hay mucha disparidad entre mercados. El Mercado de Santa Eugenia o el de Moratalaz están en una situación delicada, ha habido mala gestión con una deuda acumulada por la gestora de 75.000 euros». Sostiene que hay problemas de viabilidad del mercado, problemas de accesibilidad como en el Mercado de Quintana, y a la digitalización no se le saca todo el provecho que debería. Y las ayudas para la condonación de cánones o la comunicación entre las partes interesadas en un mercado municipal es muy arcaica para impulsar sus negocios en este momento tan críticos.
En suma, afirma que no se está velando por una buena gestión y que se necesita rejuvenecer las asociaciones de los mercados municipales; no se ha continuado el proceso de educación mediática con los comerciantes para que supongan una verdadera ventaja competitiva; hay que abordar las estrategias para competir con las grandes cadenas de supermercados con ojos pospandémicos, y todavía se está en ello.
Mercado47
Eduardo Elorriaga de Hermeneus World, responsable de Mercado47, nos habla de que es una empresa de base tecnológica que se encarga de la transformación digital del pequeño comerciante. Nació en el 2011 con la intención de que el pequeño comerciante pueda afrontar el proceso de modernización con buenas tecnologías y a un precio asequible. « Amazon, por ejemplo, cobra una comisión muy alta a los comerciantes, ese alto precio les impide existir en esas plataformas, más grave aún es el hecho de que no tienen su propia plataforma». En suma, se trata de un proyecto centrado en el profesional para que gestione su propia marca. Es una colaboración público-privada con el Ayuntamiento de Madrid con el Mercado47, después de ganar un concurso. El fin de Mercado47 fin de apoyar el comercio agrupado en los mercados municipales. El proyecto comenzó con el Partido Popular y actualmente está con Ciudadanos en la Concejalía de Comercio.
Desde marzo han tenido un millón de euros de comercialización y 200 toneladas de productos. Desarrollar una página, una vez ya optimizado el proceso con otros mercados tardaría un mes. «El Mercado de San Isidro no quiere vender, es su página y ellos son decisores de los pasos que quieren dar. Pero no querían dar ese paso complejo de cobrar por una TPV virtual y preparar el pedido para mandarlo a un cliente que está en un lugar x». En el mercado de San Isidro la gerencia les comentó que una mitad está dispuesta, la otra mitad no se atreve. En relación a la crítica del PSOE sobre el colapso de la página comenta que es falso. «El proyecto cerró durante unos días porque los mercados municipales no le cabían el volumen de los pedidos en sus cámaras y tuvieron que cerrar, la plataforma no falló». El desafío para los comerciantes de los mercados municipales, con el comercio electrónico, es alcanzar a gente que sale tarde de trabajar, que tienen problemas de movilidad o que pueden apreciar la calidad, pero eso requiere que se muevan porque es necesario una adaptación.
El eslabón perdido de la asociación vecinal
Las asociaciones vecinales como la de Pradera Tercio Terol son un medio por la que los miembros del distrito puedan conocer la existencia de lugares como los mercados municipales. Ellos lo publicitan y se acercan a la gente, pero desde que, según la oposición el Ayuntamiento ha tenido que pagar el peaje de Vox, se han ido cerrando. Nicolás Sánchez, de la Asociación vecinal Pradera Tercio Terol, con la voz tomada y jugando con el envoltorio de un caramelo de menta, cuenta que durante dos años hicieron actos lúdicos en el mercado municipal para dinamizarlo, pero de poco ha servido.
Lleva aquí más de cuarenta años. Estuvo unos meses cuando era soltero, luego cuando se fue a Mallorca y volvió en 1976. En el 14 de mayo de 1977 se legalizó la Asociación de vecinos que era una comisión gestora. Afirma: «Los equipos de gobierno que hay ahora no hacen caso, salvo en la época de Carmena. La digitalización es propaganda para cumplir con el expediente y con la gestora no tenemos casi relación.
«La mediación vecinal era muy importante, atendíamos a más de 500 personas en pandemia, somos un estorbo para el Ayuntamiento y los de Vox han decidido cargarse esta asociación que llaman chiringuitos comunistas».
Antes Nicolás Sánchez iba al de Puerta Bonita que se cerró, porque le gusta comprar en los mercados municipales. Sin embargo, resume que los espacios del mercado de San Fernando son ahora todos bares, el de Chueca también ha cerrado los puestos y la gente que va es por los bares. Y el de la plaza de San Miguel se ha quedado para el turismo. Considera que deberían recibir más ayuda municipal.
Afirma que el propio comerciante es muy conservador. Invitaron a los comerciantes de Carabanchel cuando estaba previsto abrir un Hipercor, porque se preveía que el negocio del pequeño comerciante se iba a resentir, pero no quisieron saber mucho de ellos porque pensaron que eran demasiado rojos. «Los cadáveres están ahí, cerraron los que eran los más reticentes a moverse, ahora están cavando su propia tumba». Establece que el futuro es oscuro, de 10 años a aquí, los mercados municipales van a cerrar a menos que reaccionen ya y es necesario que se les preste atención para salvar el mercado de proximidad.
En todo este proceso al final, cabe recordar lo que dijo una vez Ana María Matute: «El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad».