Pozuelo de Alarcón se alimenta de solidaridad
Por segundo año consecutivo, la gran recogida de alimentos se ha adaptado a las nuevas normativas generadas tras la llegada del COVID-19
Organizada desde hace nueve años por la Fundación Banco de Alimentos de Madrid (FBAM), esta recolecta solidaria reúne a voluntarios de todo tipo, incluidos estudiantes de colegios públicos y privados que colaboran e informan al comprador de las nuevas pautas a seguir a la hora de donar. La actividad se lleva a cabo en siete cadenas de hipermercados de la mayoría de los municipios de la Comunidad, entre ellos Pozuelo de Alarcón, donde decenas de jóvenes han estado informando a los consumidores en la puerta de los establecimientos, entre el 19 y 25 de noviembre.
Los nuevos criterios a la hora de donar han cambiado por completo la logística del evento. Ahora los alimentos no se donan de forma física, sino que se dispensan en caja mediante unos bonos de 1, 3, 5, 10, 20 y 50 euros.
El número de voluntarios ha bajado bruscamente, mientras que en los años previos a la pandemia llegaban a los 22.000, ahora tan solo son 8.500 en toda la Comunidad de Madrid. Para Elena Doria, responsable de prensa de la FBAM, esto tiene muchas traducciones: «el año pasado el número de voluntarios descendió por miedo a la pandemia”. Además a esto, hay que sumar los brotes de la enfermedad en algunos colegios que colaboran con la fundación, que han provocado bajas de última hora. La portavoz también resalta aspectos positivos de la campaña: «con el nuevo método se despilfarra menos”. Y es que antes todos los alimentos donados solían ser no perecederos, ahora las cadenas de supermercados suministran periódicamente al banco de alimentos lo que este les solicita. De esta forma, la organización consigue hacer llegar a miles de personas alimentos frescos como huevos, pescados o fruta, que antes caducaban a las pocas semanas de terminar la campaña.
En Pozuelo de Alarcón las jornadas se viven con emoción por parte de los estudiantes que colaboran en esta actividad solidaria. Alumnos de 4º ESO, 1º y 2º de Bachillerato permanecen en las puertas de los supermercados durante todo el día, van protegidos con mascarillas y chalecos desechables. “Las cajeras nos ayudan mucho”, comentan. La actividad de estos jóvenes en la recogida se ha visto reducida, puesto que ya no manipulan los alimentos físicamente. Alberto Barrera, su profesor del colegio Retamar, les admira: «Desde el segundo año se organizan, hacen turnos y fichan”. Cuando los colegios colaboran en la gran recogida, los alumnos voluntarios son organizados y dirigidos por un docente designado por el centro, como en el caso de Barrera, que se enorgullece de que el 90% del segundo curso de bachillerato participe en la actividad. “Coordino a 550 alumnos. Somos un colegio grande y cubrimos 33 supermercados de distintas cadenas”, comenta. Y es que concienciar a los más jóvenes mediante talleres y charlas en sus colegios es una de las tareas que llevan a cabo durante todo el año desde la Fundación Banco de Alimentos de Madrid.
Aun así, el cambio en la estrategia es arriesgado. El donante ya no observa con sus ojos como la comida que ha comprado es amontonada por los voluntarios en palés. Ese contacto íntimo con el producto puede ser determinante a la hora de donar. Cajeras de varias cadenas de supermercados como Belén advierten: ”Hay mucho menos movimiento que otros años”. Según la mayoría de estas trabajadoras consultadas, el descenso se debe al cambio de procedimiento a la hora de donar.
Este año, la Fundación Banco de Alimentos de Madrid, se ha propuesto recaudar 2,5 millones de euros en donaciones que se transformarán en comida para más de 190.000 personas a lo largo del año, de los cuales 7.600 son bebés. El número de personas necesitadas ha aumentado, precisamente, por el impacto de la crisis sanitaria que ha transformado también el mundo del altruismo y la caridad.