La protectora madrileña Salvando Peludos viaja hasta la frontera de Ucrania
El objetivo no era otro que proteger a los animales y a las personas que tratan de huir de la guerra junto a sus mascotas
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, el conflicto Rusia-Ucrania ya ha provocado la huida de alrededor de tres millones de personas. Esto no es fácil para algunos de ellos, o entraña algo muy doloroso: dejar a sus mascotas atrás. En España cada vez son más las iniciativas y propuestas para apoyar al pueblo ucraniano y ayudarles a escapar del país. Salvando Peludos, una protectora madrileña, es parte de esta red de organizaciones que viajan a Ucrania. Enfocados no solo en salvar personas, sino también en dar una oportunidad a los animales y en no dejarles atrás, se han trasladado hasta la frontera de Polonia y Ucrania para rescatarles. No contentos con ello, ya recaudan fondos para un segundo viaje, esta vez con dos autobuses y con un nuevo destino: Hungría y Rumanía.
Aunque las medidas se han flexibilizado en algunos casos, en ocasiones las mascotas no son admitidas o las exigencias de vacunación y desparasitación de la Unión Europea son demasiado duras. Ejemplo de la dureza de estas medidas fue la embajada de México, que al comenzar a facilitar la huida de sus ciudadanos desde Ucrania a Rumanía avisó de que las mascotas no podrían hacerlo. Ante la alta cobertura mediática y las numerosas protestas, dio un paso atrás y permitió que formaran parte del viaje.
La protectora madrileña pone rumbo a la frontera
La protectora Salvando Peludos ha recorrido casi 3.000 kilómetros con el fin de rescatar a doce animales y a Inna, una mujer de cincuenta años que vivía sola con sus tres perros en Kórosten, ciudad situada a 150 kilómetros de Kiev. Fernando Sánchez Ocaña, presidente y fundador de la protectora, afirma que lo que en un principio comenzó como la recaudación para protectoras limítrofes a Ucrania y el ofrecimiento de un puesto en la protectora para que alguien del país pudiera empezar de cero en España, tornó en la preparación de un viaje hasta Przemysl, ciudad de Polonia a la que están llegando refugiados ucranianos de forma masiva.
Deberíamos intentar trazar puentes con Hungría o con Rumanía, países más pobres donde probablemente la situación esté siendo mucho más dramática – Fernando Sánchez Ocaña, director de la protectora Salvando Peludos
Tras dos semanas desde el inicio de la guerra, el presidente de la protectora afirma haber encontrado a la comunidad internacional volcada en cooperar. «Hay numerosas ONG con mucha experiencia totalmente involucradas. Al ser la frontera más transitada, es la que más ayuda está recibiendo, además del apoyo de su país vecino, Alemania», informa el presidente de Salvando Peludos. De todo esto saca una conclusión clara: es necesario que España se replantee de qué forma puede ayudar. «Deberíamos intentar trazar puentes con Hungría o con Rumanía, países más pobres donde probablemente la situación esté siendo mucho más dramática», concluye.
Las formas de ayudar fueron de lo más dispares: desde la colaboración con una ONG que transporta alimentos para los animales en Ucrania y los saca poco a poco del país hasta el reparto de juguetes y regalices negros para los niños más pequeños a su llegada a la frontera. Repartieron lotes equitativos a distintas protectoras como la protectora ARCA y la Fundación Ada. Además de todo esto, había dos paradas obligadas: el encuentro con Inna y la recogida de dos pequeñas chinchillas. Tras huir hacia Ecuador en un vuelo diplomático, una joven tuvo que dejar a sus dos pequeñas mascotas en Ucrania. Al saber de su viaje, su pareja viajó desde Varsovia para que la protectora se encargara de ellas y las llevara a Zaragoza, donde unos familiares se encargarían de los animales.
Inna Geraimovich, la ucraniana que escapa de la guerra junto a sus tres perros
La historia de Inna es la de una mujer que se ha visto obligada a abandonar su casa, su país y toda una vida. Con cincuenta años, vivía con sus tres perros en Kórosten, ciudad ucraniana situada en la región de Zhytomyr, a unos 150 kilómetros de Kiev, y trabajaba como contadora en un bufete de abogados. Sin parar de repetir lo atroz de toda esta situación, la ucraniana destaca la imagen de los aviones rusos arrojando bombas sobre las casas como la más impactante para ella. Con un traductor ucraniano-español como única forma de entendimiento, cuenta cómo se vio obligada a esconderse en su sótano con sus tres perros y varios vecinos. «Había mujeres embarazadas, niños pequeños y mascotas. Nos quedamos sin comida y sin agua. Cada día era más difícil y aterrador», explica.
Verónica, hija de Inna residente en Gerona, conoció por redes sociales el viaje de Salvando Peludos. De esta forma, se puso en contacto con ellos para que ayudaran a su madre. Geraimovich viajó desde Kórosten hasta la frontera polaca en autobús, donde se reuniría con el equipo de Fernando Sánchez. «Para mí fue muy difícil abandonar Ucrania. Yo no quería irme, pero mi hija estaba muy asustada y me convenció», asegura.
A pesar de estar a salvo junto a su hija en Cataluña, Inna dice no estar tranquila. «Mi hermana está allí. No ha querido salir del país porque no quiere abandonar a su marido», explica. Todo lo que cogió fue su documentación y la de sus tres perros, a los que nunca pensó dejar atrás ya que considera que necesitan «de nuestro amor y ayuda».
Protocolos confusos y optimización de recursos
El protocolo a seguir para traer a las mascotas a España es, según el director, poco ágil. «Deberían ser más accesibles y sencillos» afirma Fernando Sánchez. A pesar de ser animales europeos, han sido sometidos a una cuarentena de rabia, pero no es de esto de lo que se queja Sánchez Ocaña, sino de la confusión ante la forma de actuar. «Intentábamos hablar con la administración y todo era como un ping-pong, nos mandaban a preguntar de un lado al otro», denuncia.
El fundador de la protectora hace hincapié en la importancia de «intentar conseguir el mayor número de recursos y de apoyo con el menor dinero posible». El viaje ha sido apoyado por la Fundación Ochotumbao, la Fundación de Ayuda a los Animales y la Fundación Oceana. De cara a un segundo viaje, esta vez a Hungría y Rumanía, ya que es dónde detectan mayor precariedad, Salvando Peludos plantea nuevas posibilidades para maximizar su valor. Para ello, utilizarán un autobús en el que podrán viajar unas 53 personas y en torno a 50 animales. El nuevo proyecto se explicará el próximo domingo 20 en la calle Martín de Vargas, donde también comenzarán a recaudar fondos.
He visto montañas de ropa tirada – Fernando Sánchez Ocaña, director de la protectora Salvando Peludos
La cooperación internacional es la que está haciendo posible que miles de ucranianos puedan escapar y encontrar un nuevo hogar donde sentirse seguros. Tras su viaje, Fernando Sánchez ha destacado la importancia de que los ciudadanos se informen bien sobre cómo pueden ayudar. «He visto montañas de ropa tirada» se queja con frustración. «Si envías los 400 gramos que pesa un pantalón en alimentos de buena calidad y medicación, el valor se multiplica», afirma tras hacer una breve pausa y hablar con una compañera sobre una nueva adopción. Tras tres días de su regreso a España, Inna Geraimovich descansa junto a su hija en Gerona, las dos chinchillas se encuentran en Zaragoza, y los perros pasan todas las medidas de seguridad horas antes de poder ser adoptados por una nueva familia que les de todo el calor y afecto que en Ucrania no han podido recibir.
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