Dos generaciones de artistas para el nuevo paisaje del arte holandés
Un paisaje holandés no es una exposición sobre el paisaje neerlandés. Esta muestra utiliza este tipo de género pictórico para metaforizar la descripción panorámica del arte realizado en los Países Bajos en dos momentos concretos: los sesenta y los setenta. En estos años, el arte conceptual empieza a cuajar en Europa y en EE.UU. Frente a ellos, hay otros artistas que nacen después, y beben e interpretan estos conceptos como la desmaterialización, la autorreferencialidad, o las prácticas basadas en la repetición. Estos jóvenes artistas introducen nociones subjetivas que contravienen las premisas del arte inicial conceptual, como Katja Mater que incorpora matices literarios para dar calidez a este tipo de arte.
Hoy estas obras son el presente alentador del arte holandés. Este paisaje lleno de incertidumbre se configura a partir de lo poético, la experiencia cotidiana, el absurdo y lo irracional. Desde una mirada escéptica de lo que está ocurriendo, los artistas cambian el estatus del arte y abandonan el objeto artístico para disolver su forma. Son trabajos formalmente exuberantes y están basados en grandes producciones, para entender la obra de una manera inmaterial, más cercana, cotidiana y accesible.
Entre los artistas destaca Marinus Boezem, que desmonta las convenciones del soporte y del contenido de la creación. Se apropia de los paisajes y cielos para ironizar sobre el papel de los artistas y resaltar el valor del trabajo, como se define en su obra Mi firma sobre el cielo de Ámsterdam, que es la firma del artista escrita por la estela de humo de una avioneta. O Bas Jan Ader con Please Don’t Leave Me (1969), texto impreso en una pared.
La exposición también se centra en el trabajo solitario del artista y en el modo que representa la realidad. Una reflexión sobre el esfuerzo que, en ocasiones, puede estar abocado al fracaso; un fracaso que acabaría incorporado a la obra como parte integrante del proceso creativo. Gen van Elk con una mirada lúdica y desenfadada muestra la dualidad entre realidad y ficción en The Absorption of the Shadow (1969). Esta obra la conforman una proyección sobre una caja de cartón, y una película de 16 mm en color, sin sonidos y en «loop», un proyector, un pedestal de madera y una lámpara sobre un trípode.
Otros artistas más jóvenes, que albergan en esta exposición, muestran su interés por la poetización de la experiencia diaria, como sucede con Martin In’t Veld en las que comparte con el espectador el periódico del día y unas monedas de euro emitidas en diferentes años, o World (2008), un mapamundi de papel arrugado en una bola que se convierte en un objeto distinto que reúne infinidad de posibilidades del lenguaje escultórico.
La muestra Un paisaje holandés reúne más de cuarenta obras de una docena de creadores como son Bas Jan Ader, Feiko Beckers, Gwenneth Boelens, Marinus Boezem, Stanley Brouwn, Jan Dibbets, Sharon Houkema, Martin In’t Veld, Katja Mater, Navid Nuur, Ger van Elk y Marijn van Kreij. La exposición, comisariada por Javier Hontoria, se puede visitar hasta el 8 de abril en La Casa Encendida.