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Lo sostenible de comprar frutas cuando todavía cuelgan del árbol

Crowdfarming, el canal de venta de alimentos ecológicos que mejora la rentabilidad del agricultor y reduce el impacto ambiental del comercio

Gonzalo Úrculo, cofundador de Crowdfarming | Foto: Crowdfarming

Antes de terminar en nuestra boca, la manzana hace un recorrido que empieza en cuanto es recogida del árbol. Una vez cosechada, el productor la vende a un mayorista que se encarga de limpiarla y embalarla para luego distribuir a minoristas. Transportada al mercado, la manzana es exhibida para que el consumidor la escoja —si cumple con los estándares de belleza frutales— y se la lleve a casa.

La longitud de esa cadena incrementa tanto el precio que el cliente paga en la frutería como el impacto ambiental del negocio. Además, altera el sabor y textura de la fruta, pues, previendo el largo viaje, se recolecta antes de alcanzar su punto óptimo, interrumpiendo el normal proceso de maduración.

Los hermanos Gonzalo y Gabriel Úrculo se enteraron de esto y buscaron una manera de arreglarlo. En 2010, la familia estaba considerando vender la propiedad que habían heredado del abuelo, un huerto de naranjos que se encontraba en estado de abandono porque las naranjas se vendían por debajo de los costes de producción. Entonces los Úrculo, madrileños de 24 y 27 años, economista uno y diseñador industrial el otro, decidieron probar suerte como horticultores en la improductiva finca valenciana, sabiendo que debían modificar el formato de negocio.

Así crearon una web en la que podían comerciar el producto directamente con el consumidor, ahorrándose varios eslabones de la cadena de distribución y percibiendo mayores beneficios. Para 2016, ya contaban con 40 trabajadores en plantilla y eran capaces de vender toda la cosecha sin intermediarios. No solo a España sino a distintos países de Europa. Era una fórmula mercantil que funcionaba. Por eso los Úrculo se juntaron con Juliette Simonin, profesional del comercio internacional, y Moises Calviño, ingeniero informático y en 2018 lanzaron crowdfarming.com, una plataforma para que otros agricultores pudiesen vender sus cosechas sin intermediarios. En 2021, la Cámara de Comercio de Madrid otorgó a la empresa, con sede en el barrio Prosperidad, el Premio Pyme del Año.

Apadrinar árboles y animales

En Crowdfarming se pueden comprar alimentos de todo tipo: aceite de oliva español, café colombiano, manzanas austríacas, queso de cabra alemán, chocolate filipino o boniato francés, entre otros muchos. No es un supermercado, sino un canal de venta que opera bajo un modelo de apadrinamiento en el que los clientes pueden «adoptar» árboles o animales para recibir, cuando sea tiempo, la cosecha. Se puede, por ejemplo, adoptar un mandarino en Floridia, Italia, para recibir su fruto en una semana o adoptar una cabra en Moratalla, España, para obtener su queso dentro de siete meses. Esta modalidad de producción bajo demanda le ofrece al cultivador una seguridad económica que le permite planificar la recolecta, pues sabe cuánto va a vender, y también ayuda a evitar el desperdicio.

Mediante la vía tradicional, los agricultores suelen cultivar en exceso, porque no saben cuánto van a vender, y en ocasiones se ven obligados a bajar los precios porque, mientras suceden las negociaciones, los alimentos cosechados, perecederos, se acercan a su fecha de caducidad. Crowdfarming elimina esos tiempos de espera y el coste ecológico que suponen los distintos traslados y el punto de venta.

Esto representa una ventaja para los más de 200 productores que venden en la página web. En España, un agricultor de naranjas cobra diez veces menos que el precio al que se venden las naranjas en los supermercados. En cambio, en Crowdfarming los labradores son los que establecen sus precios, llevándose el 50% de las ganancias (un 25% se destina al transportista, 22% a la plataforma y el 3% restante se lo llevan las comisiones de pago).

De igual forma, el consumidor se ve beneficiado porque tiene la certeza de que el alimento es fresco y ecológico, pues solo venden agricultores que acrediten certificaciones o estén en proceso de obtenerlas.También tiene la posibilidad de conocer quién y cómo se cultiva el alimento que ingiere, porque en la página se detallan la historia de las fincas, su ubicación, cuánta gente trabaja en ellas o de qué tamaño es su rebaño. El cliente incluso tiene la posibilidad de visitar las instalaciones «adoptadas». La desventaja con respecto a otros mercados es que, para que sea sustentable, la venta en Crowdfarming debe hacerse por grandes volúmenes y se ofertan cajas de varios kilos; más de lo que suele necesitarse en el consumo habitual hogareño.

Disminuir la huella de carbono

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, un tercio de los alimentos producidos son desperdiciados. 14% se pierde entre la cosecha y la venta minorista. Al eliminar el punto de venta y optimizar los traslados, Crowdfarming pretende reducir el impacto ambiental del sector agrícola. Según sus propios datos, estiman haber salvado más de 690 toneladas de desperdicio en 2021, el equivalente a 3.105 toneladas de CO, la misma cantidad que contaminaría un pasajero que viaja de Madrid a Nueva York cinco veces.

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