Arrivederci Berlusconi
Silvio Berlusconi, el que hasta ayer fuera primer ministro italiano, dejó el poder tras diecisiete años de trabajo como político. Ha dimitido debido a las presiones de la Unión Europea, que exige al país importantes reajustes para salir de la crisis en la que está inmerso. Ante esta situación y con la mayoría del parlamento en su contra, “Il Cavaliere” tuvo de rendirse. Hoy Italia es toda celebración mientras Napolitano, el presidente de la República, busca sustituto. Berlusconi ha caído por una crisis que arrastra a toda Europa, no por las causas que se le imputan ni por los escándalos con los que se le relaciona.
Silvio Berlusconi es un magnate multimillonario conocido por sus operaciones de estética y fiestas comentadas en los periódicos a nivel mundial. En marzo comenzó el juicio del “caso Mills”, que acusaba al ex presidente de sobornar con 600.000 euros al abogado David Mills para que declarase a su favor en dos juicios. También será juzgado por el “caso Ruby” en el que se le acusa de prostitución de menores y cohecho a raíz de que se descubriera que una menor marroquí visitó su casa una decena de veces. Berlusconi ha evitado estos juicios a base de prórrogas en las que alegaba que estaba “muy ocupado gobernando”. La sociedad italiana no se echó a la calle en ninguno de estos dos juicios pidiendo la dimisión del que era el primer ministro; ni los compañeros de su partido político –Forza Italia- le exigieron el abandono del poder.
Italia odiaba a Berlusconi, por eso están celebrando su salida, pero le votaba. El país lo invistió hasta tres veces como presidente. El problema de Italia era Berlusconi y son los italianos, que no querían que “Il Cavalieri” estuviese en el poder pero le perdonaban sus pecados porque, en el fondo, todos los italianos quieren ser como él.